Opinión

La rojigualda mágica de Salvador Illa

Salvador Illa se ha convertido en el Mago Pop en versión tanatorio con su afamado truco de la Bandera rojigualda que aparece y desaparece. Cuando el president va a un acto puede ocurrir que la enseña nacional esté o no esté, aunque si quieren apostar pueden hacerlo por 4 a 1 a que no aparece. ¿Que se sienta con Jaume Collboni en Palau? Está. ¿Que se va a la sede de los Mossos d’Esquadra? Ni rastro de la bandera de España. ¿En su toma de posesión como president? Va a ser que no. ¿Foto de familia del gobierno autonómico? Aún menos.

A que la bandera de España aparezca muy de vez en cuando al lado suyo o de algún consejero de su Gobierno, Salvador Illa lo llama «normalizar». Así lo dijo en una reciente entrevista en TV3. Lo «normal» sería que la rojigualda estuviera junto a la senyera en todos los actos oficiales en los que participara un miembro del Govern, pero dentro de la agenda del reencuentro del líder socialista lo «normal» es que se ignore a la bandera nacional y que sólo esté la bandera autonómica. Algunos dirán que «al menos está de vez en cuando, con ERC no estaba nunca». Así de alto tienen el listón de las exigencias: cumplir la ley de banderas de vez en cuando. Eso sí, si un ciudadano paga de vez en cuando los impuestos, entonces los socialistas le crujen.

La relación del PSC con la bandera de España y con la lengua española es oportunista. En campaña electoral Salvador Illa puede decir «Lérida», puede dar mítines en castellano y en algún mitin socialista pueden aparecer algunas rojigualdas. Cuando se han acabado de contar los votos Jaume Collboni despide a trabajadores municipales –cocineros, clarinetistas y empleados de limpieza– por no tener un nivel que acredite el dominio del catalán, Illa crea una consejería de Persecución –Política– Lingüística y pone al frente a un radical separatista cercano a ERC y la Delegación del Gobierno en Cataluña –en manos de Carlos Prieto, dirigente del PSC– no hace cumplir la ley de banderas.

En Cataluña hay centenares de ayuntamientos con gobiernos separatistas que no cumplen la ley de banderas, y la bandera de España no ondea en el edificio consistorial, ante la complicidad de la Delegación del Gobierno. Sólo cuando hay elecciones la Junta Electoral atiende los recursos de las entidades constitucionalistas como Impulso Ciudadano y durante unos días estos ayuntamientos ponen la rojigualda, para evitar inhabilitaciones de alcaldes o concejales. Entre los ayuntamientos rebeldes hay docenas con alcaldes y regidores socialistas.

Sí, el partido que gobierna España, el socialista, forma parte de gobiernos municipales en cuyos ayuntamientos no ondea la bandera de España. Dicen que esta actitud facilita el «reencuentro». Se ve que limpiar las botas a los separatistas y pisotear los derechos lingüísticos de los catalanes que quieren que sus hijos reciban educación en español facilita la «convivencia». Y que la bandera de España, el símbolo que nos une a todos los españoles, aparezca muy de vez en cuando en los actos de los consejeros de la Generalitat es «normalizar». Al menos queda claro que el PSC se ha pasado de bando y que es un partido separatista más. Si lo prefieren, Illa encabeza el ala moderada del secesionismo, porque pone la rojigualda de vez en cuando. Illa saluda al Rey Felipe VI,  pero el PSC aplica la política de persecución del castellano que ha implantado ERC. Collboni se reúne con el Rey y con el alcalde de Madrid, pero en las calles de Barcelona apenas hay cartelería municipal o señales en castellano, la inmensa mayoría solo están en catalán.