Opinión

Los réditos del PSOE

Que estamos en campaña electoral desde antes de que se hayan convocado elecciones para el próximo 21 de diciembre lo sabíamos casi todos. Porque así se han comportado las formaciones políticas: no pensando en el beneficio común, en la gestión de un conflicto, sino en los réditos electorales que esta situación pudiera generarles de cara a próximos comicios.

El Partido Popular ha tratado de llevar al límite esta situación para poder aparecer al final como quien resuelve el problema haciendo uso de la Constitución, de la Justicia, del orden y la ley. Y por lo que a primera vista parece, así lo consideran muchos, incluso entre la progresía de este país. Rápidamente se olvida quién pisoteó el Estatuto de Cataluña, elaborado de manera legal y democrática, refrendado por la población catalana, firmado por el Rey, y habiendo superado las fases del Congreso y del Senado. De nada sirvió porque se retorció todo de tal modo, que al final el Tribunal Constitucional bailó sobre la tumba de lo que había seguido todos los procesos necesarios. Pero de eso no se habla, pues ahora toca aplaudir a Mariano, ese hombre que hoy se presenta como alguien ponderado, moderado, sensato, demócrata, legalista… en fin. Para qué seguir. Y lo peor es que algunos se lo creen y lo defienden. Allá quedó la imputación a su partido, esas notas de “Luis, el cabrón”, el mismo Luis que debía ser fuerte. Qué más da. Al fin y al cabo, el Partido Popular solamente nos ha destrozado un Estado de Bienestar a base de trincar.

El PSOE por su parte, cumple un año hoy desde que Sánchez anunciara que entregaba su escaño para mantener su dignidad ante el NO a Rajoy. Maldita hemeroteca. No es no. Sí es Sí. Recuerda a aquél juego del “si tú eres tú y yo soy yo…. ¿quién es más tonto de los dos?”. Contestes lo que contestes, el tonto terminas siendo tú. Y a ese juego Sánchez lo ha dado todo. Porque su principal promesa cuando hacía esa cruzada cantando la internacional era exigir la dimisión de Rajoy. Sí, ese Rajoy que aparece en las notas de Luis, “el cabrón”. Pero de pronto, sin sentido, se abraza a él, porque se ha creído lo del “sentido de Estado”. Alguien debería recordarle a Sánchez que el sentido de Estado se demuestra manteniendo limpio este país de corrupción, de injusticias sociales, de censura, de manipulación informativa, de sobornos y coacciones. De todo eso va lo del sentido de Estado. No de apoyar a un Gobierno hasta el cuello de corrupción que utiliza un artículo de la Constitución para saltarse a la torera el resto de la Carta Magna.

Así lo utilizó Hitler en Alemania —que, como recordó Ramón Cotarelo recientemente, llegó al poder con la Constitución de Weimar de 1919 vigente, cuyo artículo 48 se reprodujo en el 37 de la Ley Fundamental de Bonn de la que copiamos nosotros este maravilloso 155—. Y así se instaló el nacionalsocialismo en Alemania. Usando la Constitución para someter al pueblo. Era legal. Pero no era justo.

El PSOE no es el PSC. Y por eso es justo diferenciar el papelón de Sánchez del papel de Iceta. Lo lógico sería que el PSC obtuviera respaldo social el 21-D, mantener los mismos escaños ya sería un triunfo teniendo en cuenta que la sociedad catalana muy probablemente optará por polarizar sus posicionamientos ante lo sucedido.

Y como el PSC no es lo mismo que el PSOE, por mucho que los catalanes consigan salvar los trastos, me temo que el PSOE no se salva de la debacle, porque se ha entregado a la derecha en la batalla final.