Poner de moda el p’alantismo
Hay una España complaciente con su desdicha, que no se mueve del sillón cuando el Gobierno progresista le sube doce impuestos del tirón tras las uvas y que tampoco pestañea cuando le convence de ser ciudadanos de primera por cobrar el salario mínimo, mientras hacen malabares con la bolsa de la compra y cuadran los números para pagar el colegio de sus hijos. Esa España depauperada y mísera que admite su pobreza para que no gobierne el contrario y que, sin embargo, acude con furor a todas las manifestaciones y algaradas contra Franco, porque ahí sí hay que indignarse todos los días. Han alterado tanto su baremo moral que admiten su estatus de esclavos mientras siga gobernando el amo socialista. Nunca vi más muertos en vida que en la España que deja Sánchez.
Frente a esta España, de hunos iletrados, no se alza -más quisieran los zurdos del páramo intelectual-, otra con la misma sangre guerracivilista, sino esa España que tanto odian porque representan lo que ellos persiguen con afán liberticida: ciudadanos que cuando ven al Fiscal General del Estado ejercer de abogado defensor de la familia del Presidente del Gobierno y admitir -probado- la comisión de delitos, quieren que la justicia vaya p’alante con él. El mismo pueblo que comprueba cómo la consorte del autócrata líder socialista hace negocios ilícitos e inmorales sin estatus ni capacidad y que, ante esa permisividad constante, exige el fin de la impunidad personal y política y pide que Begoña vaya p’alante también. La misma España decente que madruga para trabajar y sufre un robo constante en sus bolsillos que luego van a financiar causitas ideológicas de fabricantes del odio o chiringuitos perversos de ministerios chorizos, o incluso se destinan a regalos bolivarianos con perspectiva de género e inclusión molona. Porque no hay dinero para los valencianos que sufrieron una tragedia natural pero sí para esos palestinos que sojuzgan a otros palestinos. No hay dinero para financiar tratamientos para la ELA que tantos pacientes sufren, pero sí para proyectos ecolojetas donde los progres fotovoltaicos no dejan de forrarse entre Caracas, Santo Domingo y Bruselas. No hay dinero nada más que para lo que el gobierno progresista de la corrupción y saqueo dice que hay.
Debemos empatizar con esa España que no encuentra trabajo por mucho que busque o que necesita tres empleos para sobrevivir, mientras comprueba cómo el hermano del presidente es enchufado por vía de urgencia. Esa España también desea que el nepotismo acabe por llevarse p’alante al Sánchez menos espabilado. Una España hastiada de que nos gobiernen hombrecillos y mujerzuelas insignificantes cuyo único mérito es hallar la manera de contentar a su jefe por miedo a perder el parné calentito que le permite seguir apoltronado en la cochambrosa mentira que nos esquilma a diario. El día que llegue una alternativa de verdad para España cuya primera medida sea realizar una auditoría a las cuentas públicas, que se preparen los saqueadores de la cueva de Alí Ferraz, porque también irán p’alante.
Y es que el p’alantismo es una filosofía que acabará con el sanchismo militante, en lo político y en lo mediático, cuyos altavoces palmeros también caerán, en su complicidad manifiesta con el delito y la mentira. Los días en los que la izquierda imponía en el debate público los conceptos y temas a debatir se acaban y ahora, con el tablero equilibrado y las mismas normas, la España que defiende la libertad, la justicia y la verdad sólo desea pasar página de esta pesadilla autocrática, no sin antes exigir a los causantes del retroceso democrático que sufrimos, del asalto a las instituciones que padecemos y de la trinchera de odio creada, que paguen por sus felonías. La España de Sánchez irá p’alante, por inmoral, corrupta y delincuente.
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