Podemos apuesta por el comunismo puro y duro como salida a la crisis
La fundación de Podemos, el denominado Instituto 25-M que dirige Juan Carlos Monedero, tiene un plan para combatir los demoledores efectos económicos del coronavirus que provoca escalofríos: «Nacionalización de los sueldos» y generación de una «política industrial estatista». O sea, nacionalización pura y dura de la economía al estilo del comunismo más ultramontano. Para que lo tengan claro: aplicar en España las mismas recetas que han conducido a Venezuela a la ruina. Se trata, en suma, de que el Estado se haga con el control de la actividad económica y empresarial. Conclusión: en lugar de ayudar a las empresas en España para paliar los efectos de la crisis como han hecho naciones como Alemania, Francia o Italia, lo que propone es «nacionalizar los salarios». El documento tiene párrafos estremecedores: «No debe extrañar -se afirma- el desplazamiento de la función del Estado durante este periodo excepcional que promete ser prolongado: asegurar ingresos suficientes a una determinada población para evitar posibles revueltas tras las consecuencias de la epidemia, cuya gravedad evoluciona con el nivel de pobreza de los barrios de las ciudades españolas»
Los expertos de Podemos reclaman la «tarea de construir alternativas al capitalismo digital», un eufemismo con el que tratan de esconder sus deseos de generar acciones distintas a las capitalistas. Y, como ejemplo, hablan de una «política industrial estatista adecuada al siglo XXI y sus retos» como única alternativa. En materia digital, el documento añade que «la planificación democrática de las infraestructuras de datos y el cuestionamiento de las relaciones de propiedad sobre las que se asienta la economía digital deberán ocupar el centro de los debates contemporáneos», porque, aseguran, «no cuesta imaginar un futuro no muy lejano en el que las herramientas de las empresas privadas sean el único medio de acceso a los servicios públicos, en el que se reproducen las desigualdades de ingresos, las jerarquías sociales y los sesgos de clase, género y raza».
Su diagnóstico es que «las grandes empresas regirán la economía mundial sin obviar el ritual y cínico cántico a la meritocracia y a la libre empresa», por lo que es necesario potenciar el papel de control del Estado. A buen entendedor pocas palabras bastan: Podemos apuesta por el comunismo más rancio para abordar los retos del futuro. Crucemos los dedos.
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