‘Pinocho’ Sánchez y el cuento de la «isla energética»
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vendió la piel del oso antes de cazarlo y prometió que saldría de la cumbre comunitaria de Bruselas con una solución para el problema del brutal incremento de los precios de la energía. Se fue de gira para intentar ganar apoyos y, a la hora de la verdad, lo único que ha conseguido es el permiso de la UE para elaborar un plan con Portugal que debe ser visado posteriormente por los socios comunitarios. Se trata de lo que eufemísticamente La Moncloa llama «isla energética», dadas las particularidades de ambas naciones, para que se puedan tomar medidas excepcionales que limiten el precio de la energía al desvincular el coste del gas. Pero Sánchez miente: no es verdad que «a partir de hoy» España y Portugal puedan adoptar «medidas excepcionales». Y no es verdad porque cualquier medida que adopten España y Portugal tendrá que tener el visto bueno de Bruselas. Así que de inmediato, nada. Todo lo más que ha conseguido es el permiso para trabajar en una fórmula que no será de aplicación hasta que la UE dé su consentimiento.
Sánchez, pues, no ha conseguido ninguna postura común favorable a España por parte de los jefes de Gobierno de la UE, sino el permiso para diseñar el plan de esa «isla energética» que está vendiendo como un triunfo. No es una victoria, sino una manera de disimular la derrota, porque a lo que aspiraba Sánchez, su Plan A, es que la UE le apoyara sin fisuras para evitar tener que adoptar medidas nacionales de alivio contra la inflación. Y el Plan B de la «isla energética» dependerá, en todo caso, de que Bruselas acepte el proyecto que habrán de presentarle España y Portugal. El cuento de la «isla energética» que Sánchez nos ha vendido como la panacea no es como dice el presidente, porque cualquier medida excepcional que adopte España no será realidad hasta que Bruselas quiera.