Peor el remedio que la enfermedad
La situación política en España está para que la retrate un nuevo Luis García Berlanga. Dislate y desconcierto se dan la mano para sumirnos en un contexto que roza lo esperpéntico. Pedro Sánchez ha demostrado tal obsesión por utilizar el traslado de la momia de Francisco Franco con el objetivo de tapar sus numerosas vergüenzas gestoras que, al final, lo único que va a conseguir es movilizar a los numerosos seguidores que aún tiene el dictador. La Plaza de Oriente —en pleno corazón de Madrid, junto al Senado y al Palacio Real— volverá a llenarse de personas dispuestas a loar y homenajear la figura del militar gallego. Hasta ahora, Franco sólo recibía la visita de un número limitado de personas al Valle de los Caídos, un lugar con tintes casposos que por obra y gracia del actual presidente del Gobierno, encima, ha aumentado el número de visitantes. Gracias a Pedro Sánchez y su voluntad de utilizar su exhumación como cortina de humo, habrá miles de personas esperando delante del Palacio de Oriente.
Sánchez conseguirá retrotraernos a la España del blanco y negro y el NODO. La situación recordará a lo ocurrido en plena dictadura, cuando el Régimen protestó por la decisión de retirar a los embajadores acreditados en España. Corría el año 1946. Después, vivieron otras concentraciones masivas que, por momentos, llegaron a superar el millón de personas. Por ejemplo, cuando el régimen organizó una concentración de adhesión en 1970. Un año después, hubo un homenaje por sus 35 años como jefe de Estado. La última vez que Franco estuvo vivo en ese lugar fue 1975 con motivo de una manifestación «contra el comunismo el terrorismo y las injerencias extranjeras».
Franco estuvo en la Plaza de Oriente en una última ocasión: durante su funeral, el 23 de noviembre de 1975. Lugar al que lo devolverá Pedro Sánchez, ya que como antiguo jefe de Estado —guste o no— tendrá que volver a ser enterrado con honores tal y como establece la ley. Allí estarán esperando los miembros de la Fundación Franco y una manifestación que se verá apoyada por pantallas gigantes con imágenes del NODO. Ése es el logro de Sánchez: de nuevo, y para estupor de la comunidad internacional, Francisco Franco volverá a ser aclamado en la Plaza de Oriente donde su Régimen ya consiguiera reunir varias veces a más de un millón de personas en una época y en una España que ya parecían olvidadas. El remedio es mucho más cómico que la enfermedad.
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