Opinión

Si dices que acatas, no puedes cambiar las reglas del juego

El presidente del Gobierno, visiblemente contrariado, ha acatado el pronunciamiento del Tribunal Constitucional que suspende de forma cautelar la reforma ilegal del Constitucional y del CGPJ que Pedro Sánchez pretendió hacer a través de una proposición de ley que modificaba, de forma contraria al ordenamiento jurídico, nada más y nada menos que dos leyes orgánicas.

La trampa buscaba hacerse con el control del órgano intérprete de la Constitución en una burda y anti jurídica estrategia de asalto. Por fortuna, el TC ha frenado la tropelía, pero Sánchez, que dice acatar el pronunciamiento del tribunal, amenaza con lo mismo y busca fórmulas para alterar las reglas del juego y hacerse con el control del Constitucional.

Vamos a ver, Pedro Sánchez: no hay otro camino que la Ley y el Estado de Derecho, de modo que la única fórmula constitucional para alterar las mayorías y el procedimiento de elección en el CGPJ y el TC es seguir los cauces de modificación de dos leyes orgánicas -se necesita mayoría absoluta- y cumplir estrictamente con el articulado de la Constitución que determina que la elección de magistrados habrá de hacerse por el procedimiento de tercios; esto es, que los dos miembros propuestos por el Gobierno y los dos que designe el CGPJ (cuatro) lo sean en bloque y no de forma separada, que es lo que ha pretendido hacer tramposamente el jefe del Ejecutivo.

Todo lo que no sea seguir los cauces constitucionales previstos será un nuevo intento de burlar la ley. De modo que su amenaza de volver a intentarlo supone otro desafío al Estado de Derecho. Si dices que acatas, Pedro Sánchez, lo que no puedes es plantearte retorcer la ley otra vez, porque eso no es acatar sino desafiar al TC. No hay atajos, de modo que toda pretensión de apartarse de la senda constitucional es reincidir en el asalto a los órganos constitucionales. Parece que Pedro Sánchez es incapaz de entender que la Constitución está por encima de sus pretensiones de ocupar las instituciones del Estado. El que dice acatar ya se plantea como doblegar la ley. Este hombre es inasequible en su afán de hacer trizas nuestro ordenamiento jurídico.