¿Otra vez él? ¿Estamos tontos o qué?

¿Otra vez él? ¿Estamos tontos o qué?
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Como dicen los chelis los de los setenta que son los que se apropiaron de término, y los modernos de ahora: ¿estamos tontos o qué? Este fin de semana todavía se han expresado cuatro o cinco de los llamados influencer: un político del Noroeste al que le cuesta atravesar el Padornelo para hacerse fuerte en Madrid, un par de periodistas de la derecha y la siniestra, imbuidos al parecer de una responsabilidad histórica ante España que nadie les ha exigido, y algún tontaina que aún sigue creyendo que el candidato fracasado es un tipo aprovechable para España, y han coincidido, por razones varias, incluso alguna muy espuria, en que el centroderecha español debe dar otra oportunidad a este Platanito de pitiminí que nos conduce al precipicio. O sea, lo que nos piden estos bienhechores es que tras, el fiasco de julio, el PP y Ciudadanos vuelvan sobre sus pasos y con una abstención más patriótica que los cantos de los últimos de Filipinas, Pedro Sánchez se convierta en presidente efectivo de la democracia hispana.

Repito: ¿estamos tontos o qué? Cuando los congéneres socialistas de esta egocéntrica pesadilla nacional se dan el morro con el peor jaez político de Navarra, con los colonialistas que quieren pegar el Viejo Reino a la separatista Euskalherría, estos apóstoles de la presunta estabilidad, solicitan, con patosa humildad eso sí, que Casado y Rivera se avengan, cuando llegue septiembre, a colocar permanentemente en La Moncloa al valido de Iván Redondo. Repito: ¿estamos tontos o qué?

Todavía por el Noroeste, que es donde habita por ejemplo el gran ganador habitual del PP, Feijóo, puede que no se hayan enterado de lo que se propone el nuevo Gobierno que este próximo viernes se inviste (embestir sería el verbo) en Pamplona. Solo un dato para el promotor de Sánchez y su vocero casi siempre ininteligible: en días, toda la política euskérica de ese conglomerado infame que se va a constituir en el Gobierno Foral, quedará en manos del PNV, de esa franquicia denominada Geroa. La dirige Uxue Barkos, una mujer a la que se le perdona todo, incluso sus actos políticos más reprochables, porque ha sido víctima en el pasado de una enfermedad  terrible, el cáncer de mama de la que, parece afortunadamente, ya está restablecida. Pero, ¿qué tendrá que ver esa desgracia que insisto, parece que ya vencida, con la infame propuesta para Navarra de la señora Barkos y su cuadrilla? El objetivo no consiste en otra cosa que en terminar con la Navarra Foral (el Amejoramiento, mejor a hacer puñetas) y adosarse al País Vasco en una operación que, no se puede dudar, tiene por fin último la voladura de España como tal Nación. Con la señora Barkos y sus colonizadores, más los supercomunistas de Podemos ha pactado Sánchez en Navarra pasándose por el arco de cuchilleros toda una historia y un porvenir. ¿Lo saben o lo saben los propiciadores del entendimiento con el aún presidente del Gobierno? Si lo saben: ¿estamos tontos o qué?

Solo este dato debería servir a los corifeos de la estabilidad a favor de Sánchez, para caer en la cuenta de su inmenso error, de la estulticia que encierra su propuesta, esta mamarrachada de dejar que gobierne el chulapo perdonavidas porque, en su opinión, esa es la alternativa que mas conviene a nuestro país. ¿En nombre de quién hablan estos chicos buenos? Para Sánchez -él lo confesó así en la investidura- Navarra textualmente no es más que una “artefacto”, al que se le desactiva y asunto concluido. ¿Cómo? Pues entregando al poder a los colonizadores y a los herederos mismos del tiro en la nunca, ¡Qué más da! ¿Qué pimiento de Lodosa le importa a
este mentecato con tal de salvar sus estancias en La Mareta?

Los propaladores de la estabilidad a palos, de la rendición de Casado y Rivera ante el gobernante universal que nos hace el favor de ocuparse de nosotros, más les valdría la pena el sumarse a los muchos que pedimos, en primer lugar, unas nuevas elecciones y, en segundo, y con prisa pero sin pausa, una recomposición, reunificación, del centro derecha español que de confeccionarse, podría dar el 10 de noviembre con los huesos de Sánchez y de los de su beneficiada señora fuera de La Moncloa. Observen lo que ya está ocurriendo en Andalucía donde el PP sube y sube en las encuestas. Otra alternativa es posible; vayamos a por ella. En las agitadas sesiones de investidura ya se levantaron las voces izquierdistas y nacionalistas pertinentes para avisar a Sánchez de que, como le dijo propiamente Iglesias: “Unas nuevas elecciones no le tendrán a usted como presidente”. Pues bien: del enemigo, el consejo.

La tropelía de sugerir a Casado, fuertemente realzado en sus oportunidades tras la semana pasada, y a Rivera, más disminuído, que se “junten” al trilero, no tiene nombre… o mejor, sí: espero que sea levemente una trampa saducea, de aquellas que se proponen sencillamente para engañar la rival. Otra cosa, resultaría inexplicable. Otra vez las argucias falaces de Sánchez, su voraz impostura, sus devaneos con el comunista leninistas, sus jaboneos a los filoterroristas de Bildu que nunca han condenado un asesinato de ETA, pero: ¿Otra vez él? ¿Estamos tontos o qué?

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