La obligación de Calviño

Calviño no ha sido elegida para presidir el Eurogrupo, pero eso no quita para que tenga una gran obligación que cumplir. Es cierto que si lo hubiese presidido habría gozado de un mayor poder interno en el Ejecutivo por su papel en Europa, pero pese a este revés debe mostrar firmeza y actuar de dique de contención frente a Iglesias. Es una lástima, tanto para ella como para España, no haber logrado ese puesto, pero eso no puede hacer que baje la guardia, sino que debe redoblar su autoridad.
Ante la posibilidad de que la deriva populista, que cada vez es más acusada en el Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos, termine imponiéndose y elaboren unos presupuestos de incremento desmedido del gasto y de subida confiscatoria de impuestos, todas las personas sensatas deben situarse enfrente para censurar dicha tentación populista de Sánchez, con el peligro que conlleva. Es obvio que a Sánchez se le podría ofrecer una alternativa a ese gobierno con Podemos, con unos presupuestos ortodoxos y sensatos, pero, realmente, no parece que el presidente del Gobierno la quiera, porque, si no, la habría explorado antes, salvo que se trate de una estratagema para envolverse después en la bandera de hombre de Estado rechazando los postulados extremistas de Podemos. Sin embargo, como digo, no parece que Sánchez vaya a apearse de su inclinación populista.
Por tanto, si al final se impone la tesis de Iglesias en el seno del Gobierno y nos encontramos con unos presupuestos lesivos para la economía española, Calviño debería salir del Ejecutivo para no dar apariencia de normalidad a lo que sería la base de la destrucción de la prosperidad española, con un endeudamiento creciente, como consecuencia de un déficit exponencial producido por un aumento desmedido del gasto, y una caída de la recaudación a raíz de la merma económica que supondría una subida de impuestos. Ahora bien, mucho mejor sería que la vicepresidenta económica impidiese el triunfo de las tesis de Podemos.
No es ser catastrofista ni alarmista sin motivo: con Podemos en el Gobierno dispuesto a aplicar su programa, se pone en riesgo la sostenibilidad de las cuentas públicas, la estructura económica y la agilidad del mercado laboral. Desde el punto de vista económico, sus recetas se han mostrado fracasadas en el pasado, como se ha comprobado a lo largo del tiempo cada vez que han intentado aplicar algo parecido, con el agravante de que ahora no es que el problema sea sólo el intervencionismo, sino que van varios pasos más allá para imponer unas políticas populistas que la economía no puede resistir.
Por ello, si triunfasen los postulados de Podemos, Nadia Calviño no podría aceptar continuar en el Gobierno, ni como vicepresidenta ni como ministra, pues querrían emplear su trayectoria de profesional seria para tratar de disimular el disparate económico que se produciría. Calviño es una Técnico Comercial y Economista del Estado, además de alta funcionaria de la Unión Europea. Su bagaje profesional no puede servir de coartada al “todo vale” de Sánchez, porque eso sería todavía peor para España, por lo que supondría de colaboracionismo irresponsable ante la heterodoxia económica populista de Podemos.
Calviño debe dejar claro que no se puede aplicar dicha política económica, que ella no se va a prestar a ello si pretenden seguir adelante con ese esperpento, y que la línea a seguir es otra. Paró así la derogación de la reforma laboral, pero Podemos insiste en ello y en otras barbaridades económicas que serían perjudiciales para nuestra economía, y eso hay que impedirlo.
Es su obligación, pese a no ostentar la presidencia del Eurogrupo. Debe tratar de aumentar su peso en el Gobierno español e imponer una política económica ortodoxa, lejos de las barbaridades que propone Iglesias. Puede evitar que España entre en una espiral económica peligrosa y, para ello, debe ejercer toda su autoridad.
No se puede experimentar con políticas populistas, pues, si no, la ruina económica está asegurada. No hay más que ver cómo han acabado Cuba y Venezuela, que es el modelo económico de Podemos. Por eso, Calviño debe evitar que se aplique dicha política económica en España o, al menos, debe no colaborar con ella ni servir de justificación a la misma con su presencia en el Ejecutivo.