Opinión

Listo, no, desahogado y chulo

El nivel propagandístico que se ha empleado con Pedro Sánchez me recuerda en cantidad, obviamente no en calidad, al de esa apóstol del mal que fue la cineasta de cabecera de Hitler y del nazismo, Leni Riefenstahl. La artista berlinesa se dedicó a vender al mundo un régimen majestuoso que era el colmo de todas las virtudes morales y físicas, con el locoide culto al pueblo ario por bandera. Pero en el fondo era todo una gran mentira, baratejo papel couché y poco más. Mentira, mentira asesina y genocida.

Los demócratas aspirantes a riefenstahls de Pedro Sánchez llevan dándonos la matraca con el personaje desde que se consumó la moción de censura. Antes, esos mismos apologetas —¿apolo-jetas más bien?– no sólo lo ignoraban sino que lo despreciaban, amén de darle hasta en el carné de identidad mañana, tarde y noche. Básicamente, porque todos eran susanistas. Lo que sucedió entre la primavera de 2017, cuando venció contra pronóstico en las Primarias, y la operación político-judicial contra Rajoy no fue precisamente un camino de rosas para el marido de Begoña Gómez. Periódicos, televisiones y radios progres no le perdonaban que hubiera noqueado a su candidata.

Cuando se percataron de que la tan legal como ilegítima moción de censura, cuya columna vertebral eran las apostillas falsarias coladas en la sentencia de Gürtel, iba a triunfar empezaron a hacerle la pelota desaforadamente a Pedro Sánchez. Vamos, que no se pusieron en primera posición de saludo hasta que no le vieron jurar el cargo ante el Rey en Zarzuela. Causa tanta vergüenza ajena las felaciones que le practicaban en el verano de 2018 como recordar dónde habían estado en los malos tiempos, cuando se produjo el golpe de Estado dentro del Partido Socialista en el otoño de 2016 que acabó descabalgando al que dentro de una semana a las 20.00 horas asumirá dos cargos en uno: presidente en funciones y ex presidente de facto.

Nos fabricaron una suerte de Cid Campeador en versión posmoderna que ganaba batallas después de muerto. Como un artista de la táctica y la estrategia, algo que normalmente no se da a la vez, ya que los buenos tácticos normalmente no son excelsos estrategas y viceversa. Tienen tan poca vergüenza que propagaron con status de seriedad la comparación con «Superman» que formuló en directo una presentadora de un noticiero menor estadounidense en ese viaje en el que no le recibió ni dios de la Casa Blanca. A la anchorwoman le debió molar el tipo, se le calentó la boca, soltó la gracieta y la banda sanchista convirtió la hiperbólica anécdota en categoría.

Nos fabricaron una suerte de Cid Campeador en versión posmoderna que ganaba batallas después de muerto

Y, sobre todo y por encima de todo, nos lo vendieron como un tipo listísimo, como la reencarnación a la vez de Albert Einstein, Newton, Galileo, Copérnico, Madame Curie y Winston Churchill, en versión progre, naturalmente. Que para esta chusma el primer ministro que nos libró del nazismo es un fascista con todas las letras. Servidor conoce al susodicho y sabe perfectamente que no era precisamente el más espabilado del barrio ni desde luego de la clase. Cómo serían las cosas que terminó sus días en el pijísimo colegio Santa Cristina, último refugio de los maulas y los Abundios de la capital de España.

Sí hay que reconocerle tres méritos: su garra, su tenacidad y su instinto criminal. Es como esos futbolistas troncos que acaban venciendo a rivales nacidos para el deporte del balón porque se dejan la piel en el terreno de juego, supliendo la carencia de talento con trabajo, porque el crack de enfrente se ha dormido en los laureles o porque el árbitro se ha puesto de su lado, con o sin mordidas de por medio.

Estos tres factores se aliaron con Pedro Sánchez en el putsch contra Mariano Rajoy de mayo de 2018. Destronó al popular porque fue más constante y trabajador que él, porque el santiagués se pensó que pactando los Presupuestos con el PNV tenía el camino despejado al menos hasta el tercer año de aquella legislatura y porque los árbitros de la sentencia de esa por otra parte indiscutible golfería que fue Gürtel se confabularon con PSOE, Podemos, etarras y golpistas catalanes para emplear la responsabilidad del PP como persona jurídica como percha y argumento central de la moción de censura.

Los buleros sanchistas también contaron urbi et orbi que atesoraba una tesis doctoral en Economía y resultó, gracias a la investigación de OKDIARIO, que era otra trola. Que se la había escrito un amiguete, que él ni estaba ni se le esperaba durante el proceso de doctorado y que la Universidad Camilo José Cela se prestó al chanchullete plagiario. Los miembros del tribunal fueron elegidos ad hoc. En fin un proceso bananero que provocaría el rubor de los peores tiranos de América Latina o el África subsahariana. Pues eso, más que listo, desahogado, jeta, caradura y mentiroso. Las trampas le salieron gratis. El nivel moral y ético de la democracia española queda perfectamente retratado trazando una mera comparación con lo que aconteció en la Alemania merkeliana, donde dos ministros se tuvieron que largar a su casa por fusilar ínfimas citas de terceros autores sin advertirlo.

Su chanchullete plagiario es un proceso bananero que provocaría el rubor de los peores tiranos de América Latina o África

El lunes en el debate se le vieron todas las costuras ante un Alberto Núñez Feijóo que va a ser el nuevo presidente de España por méritos propios, uno no obtiene cuatro mayorías absolutas en Galicia si no es listo como los ratones coloraos, pero también por deméritos ajenos. Al gallego de Los Peares le está sucediendo lo mismo que a José María Aznar: va a vencer por muchos factores pero también porque le han despreciado. El inquilino y espero que no okupa monclovita, a ver cómo abandona el poder, que ésa es otra, se presentó con su habitual chulería modelo portero de discoteca. Le salió el tiro por la culata porque en el minuto 5 su adversario ya le había conseguido sacar de sus casillas, algo que sería la tónica del candidato socialista hasta el final, careto sudoroso modelo Richard Nixon incluido. Anduvo hiperventilado los 100 minutos que duró el cara a cara, algo impropio de quien teóricamente era tan astuto, vivo y seguro de sí mismo.

Es tan prepotente como en el fondo, tolai. Para muestra un botón: el del Falcon. Recriminó a Feijóo que «saque a pasear el Falcon en el debate» y el presidente del PP sin inmutarse y con una irónica risa por bandera le espetó: «No, aquí el que lo saca a pasear es usted». Cualquier posibilidad de remontada se desvaneció con ese gancho al mentón. Hace falta ser memo para meterte en el berenjenal de ese escándalo malversador que supone un Falcon empleado por Sánchez para acudir a un concierto de rock en Castellón o para irse de vacas con los amiguetes a La Mareta o a Doñana. Como vergonzoso es desplazarte en el Super Puma de la Fuerza Aérea a la boda de tu cuñado como si fueras un jeque del Golfo Pérsico o el mismísimo Joe Biden.

Otro zasca descomunal fue el que le endosó Feijóo cuando el listísimo Pedro Sánchez culpó a la invasión de Ucrania de la inflación. «Estaba en el 7%», le recordó el jefe de Génova 13, «antes de que comenzase la guerra». Es lo que suele pasar cuando te han regalado la tesis doctoral: que haces el ridi. Por no hablar de las cantosas patrañas que soltó: desde negar que va a instaurar los peajes en las autovías hasta quedarse en silencio cuando le interrogaron por lo que sabe la satrapía de Marruecos de él tras haberle pinchado el móvil, pasando por ese momento en el que presumió de «respeto a las víctimas del terrorismo» cuando ha pactado con Bildu-ETA. O aquél en el que fue a por la lana albertina a cuenta de los pactos con los «machistas» de Vox y su oponente lo calló en un santiamén recordándole que entre él y la zumbada de Irene Montero han puesto en libertad o han rebajado la condena con su maldita ley a 1.200 violadores, pederastas y abusadores.

Hace falta ser memo para meterte en el berenjenal de ese escándalo malversador que supone el Falcon

No era listo, era cortico. No era un genio, es un amoral. No era un fenómeno televisivo, era todo él fake news. Triunfar a corto plazo en la vida es fácil si careces de escrúpulos. Que se lo digan a los estafadores, a los ladrones o a los narcos. Hacerlo a medio o largo requiere no sólo trabajo, mucho trabajo, éste vago no es, pero también una listeza que Dios no tuvo a bien concedérsela. Con 85 escaños no se puede ser presidente, especialmente cuando el que manda te sacó 52 de diferencia que se dice pronto. O sí: aliándote con los que asesinaron a 856 españoles, 12 de ellos correligionarios socialistas, con quienes habían perpetrado un golpe de Estado ocho meses antes y con quienes tú ponías a parir con fruición porque eran delincuentes sufragados por dos dictaduras. Ya sólo quedan dos días para poner The End a una película que bien podía haber llevado el título de otra protagonizada por Jim Carrey: Mentiroso compulsivo.

PD: No tengo ninguna duda de que los riefenstahls españoles terminarán como la original alemana: desentendiéndose de su creación. «¿Los campos de concentración? Yo no tenía ni idea, no me dedicaba a la política», argumentó la pájara tras ser capturada por los aliados.