Libertad, libertad, libertad de prensa

Libertad, libertad, libertad de prensa
Libertad, libertad, libertad de prensa

¿Imaginan por un momento lo que sería hoy España sin libertad de prensa? Incluso, para ejercerla exagerando y equivocarse, los tribunales están para algo, siempre es preferible desde el punto de vista de la salud democrática y la convivencia en verdad tener un país con medios libres y críticos que un Gobierno que les miente o, en el mejor de los supuestos, oculta la verdad.

No hace falta que lo dijera Jefferson. Se ha escrito hasta la saciedad por los tratadistas del mundo libre que sin libertad para poder expresar, transmitir informaciones ciertas y la opinión que estas generan, no existe, ni pueden existir sociedades democráticas. Esto, así expuesto, sería una auténtica perogrullada a comienzos del siglo XXI si no existieran intentos por utilizar bozales y mordazas desde los poderes instituidos, especialmente los políticos.

Se ha montado un pequeño revuelo –imagino la que estaría cayendo urbi et orbi si ese intento raro por controlar a los medios viniera de un Gobierno no de izquierdas- ante la pretensión de Sánchez y sus cuates de ir a por los medios libres, aquellos que no controla, mediante una artimaña harto conocida por aquellos mandatarios que confunden la auctoritas con la potestas. En definitiva: poder multara a aquellos medios y profesionales que publiquen informaciones “confidenciales” que les afecte. Lisa y llanamente, acabar con el periodismo.

Porque, oigan, no hay información relevante que afecte al poder que no sea “confidencial”. Información “relevante” no son los remitidos que el Gobierno intenta colar a los medios a diario -cierto es que sólo se hacen eco de ellos los medios que controla directamente (EFE, RTVE y otros de titularidad privada que han decidido pervivir con la ayuda del poder político)-, más bien, utilizando las teorías de los profesores Dovifat y Adorno (no precisamente de filiación derechista) se trata de mera propaganda interesada y fatua.

El Gobierno ha dejado caer arteramente su iniciativa en las horas más distraídas del estío para ver cómo cae. Ya tiene la respuesta: mal, muy mal. Habrá lucha, desde luego. Si su anteproyecto sigue adelante será papel mojado, como casi todo lo que ha decidido al margen de la sociedad llevar adelante en los tres últimos años de poder. Ni los tribunales españoles, mucho menos los europeos, van a permitir que Sánchez repita procederes made in Orban o el de su amigo Erdogan.

Si nos han metido de hoz y coz en el recorte energético más duro de las últimas décadas; si han sometido al pueblo español a todo tipo de ocurrencias –luego desbaratadas por los tribunales-, quiero tener para mí que no se aceptará bajo concepto alguno que este país pase por las horcas caudinas de mermar su libertad a conocer lo que ocurre. Parece mentira que no hayan aprendido nada; esto no es una satrapía (aunque en ocasiones lo parezca) donde la voluntad de un señorito por muy guapo y engreído que sea no se puede imponer a la voluntad de un pueblo en pie (la lucha es otra cosa) por su propia dignidad.

Libertad, libertad, libertad de prensa.

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