Por la libertad, por España, todos a Barcelona
Este domingo, Barcelona, esa ciudad atormentada por el separatismo hispanófobo que se empeña en buscar camareros y dependientes que hablan en español para señalarlos y que los dueños les despidan por no hablar catalán, «la llengua de l’imperi», vivirá una jornada de redención. El escenario de las marchas norcoreanas organizadas por la ANC y Òmnium Cultural para escenificar la mentira de «un pueblo catalán unido por la República» se convertirá en lo contrario, porque albergará una marcha a favor de la libertad, la democracia y los derechos civiles.
Este domingo, a partir de las doce del mediodía, la manifestación «No en mi nombre. Ni amnistía, ni autodeterminación» llenará las calles del centro de Barcelona. Societat Civil Catalana convoca, los partidos políticos constitucionalistas (el PSC-PSOE no lo es mientras siga siendo el aliado de partidos como ERC o Bildu) la apoyan y un sinfín de entidades cívicas se han adherido. Hay un gran ambiente cívico para que sea un éxito y la presidenta de la entidad organizadora, Elda Mata, ha pedido a los partidos políticos que no llenen la concentración con sus símbolos, dado que es una concentración convocada desde la sociedad civil. Ojalá sea así, porque hay que escenificar la unión de todos los que estamos contra los que quieren dinamitar nuestro régimen de libertades.
Hace seis años, el 8 de octubre de 2017, muchos votantes socialistas fueron a la manifestación del millón de personas. Entonces estábamos todos de acuerdo: ni golpe de Estado, ni destrucción del sistema constitucional español. Ahora tenemos a unos socialistas que, tras los indultos y la derogación de la sedición, han aceptado, tras negarse durante décadas, a convertir el Congreso en una asamblea al estilo de la ONU con traductores, como si no tuviéramos una lengua común. También se han mostrado dispuestos a negociar la amnistía que negaría lo que es evidente: que el separatismo catalán intentó en octubre de 2017 convertir a millones de ciudadanos en seres carentes de derechos.
Eso fue golpismo. Y Sánchez indultó a los líderes de la intentona para mantenerse en Moncloa. Y ahora está dispuesto a pactar que ese golpe de Estado no fue un delito y que el Rey se equivocó al pronunciar un mensaje que nos reconfortó a muchos al decir que «los catalanes no estábamos solos». Y que el Tribunal Supremo, al condenar a los dirigentes separatistas por sedición, también se extralimitó. El líder del PSOE está dispuesto a reconocer que todo fue un error, pero no de los golpistas por intentar acabar con la Constitución, sino de las instituciones del Estado por impedirlo.
Los catalanes constitucionalistas que estuvimos muy asustados el 1, el 2 y el 3 de octubre de 2017, mientras las hordas independentistas campaban a sus anchas sabemos que la reacción del Rey, primero, y de la Justicia, después, no fue un «error», sino una respuesta correcta y adecuada. Y los catalanes constitucionalistas que hemos tenido que soportar durante años la murga de que la «represión de España era propia de un régimen fascista», y la hemos combatido, estamos viendo cómo el Gobierno de España está dispuesto a darle la razón a los golpistas. Porque las amnistías son más propias de regímenes totalitarios, porque en una democracia el imperio de la ley no las hace necesarias.
Por eso tenemos que llenar las calles de Barcelona este domingo. Porque hemos de decirle a Sánchez que estamos hartos de que venda nuestro país a los partidos supremacistas que quieren acabar con nuestra democracia. Estar en Moncloa no justifica ceder nuestra dignidad como país a formaciones como ERC, Junts o Bildu. Hemos de decir «basta» y lo han de escuchar todas las naciones civilizadas. Sánchez posiblemente ignore nuestro clamor, pero le ha de quedar claro que, si intenta acabar con nuestros derechos civiles, no lo va a tener fácil.
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