Opinión

Un héroe de la democracia

Quienes han perdido de jóvenes a sus padres conservan, a pesar de todo, un recuerdo imborrable de ellos, más nítido quizás que el del resto porque en la prolongada ausencia los perfiles de la figura paterna se hacen más diáfanos y concretos, como los paisajes de la pintura flamenca en la lejanía.

Si esto ocurre con la desgracia de la muerte natural, como es mi caso, qué no sucede cuando la vida de tu padre es arrancada de forma brutal, fría y premeditadamente, por una banda de asesinos fanáticos en su estrategia de terror.

Daniel Portero de la Torre tenía 26 años cuando su padre -Luis Portero García, fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía- fue asesinado el 9 de octubre de 2000 en Granada. Tres criminales de ETA le esperaron en el portal de su casa, de vuelta del trabajo a la hora de comer. Uno de ellos le disparó por la espalda, en la nuca, un tiro a bocajarro. Unos médicos que había en la casa pudieron resucitar su corazón por pocas horas, lo que permitió la donación de sus órganos para salvar vidas, como ocurrió también en el caso de otro asesinado por ETA, Joseba Pagazaurtundua. De ahí nació la Fundación Luis Portero García, con la que su familia promueve la donación de órganos y los cuidados paliativos.

La experiencia de Daniel Portero, de su madre y sus hermanos no es en nada diferente a la de otros familiares de víctimas de ETA. Su compromiso por la memoria, la dignidad, la verdad y la justicia, los cuatro principios de reivindicación de las víctimas del terrorismo, es también parejo al de ellos.

Así lo ha demostrado Daniel Portero desde la presidencia de la Asociación Dignidad y Justicia (DyJ), que fundó en 2005, y desde la que ha venido trabajando al frente de un equipo también comprometido del que forman parte Víctor Valentín Cotobal, Vanessa de Santiago o Miguel Ángel Rodríguez Arias.

Estos días hemos conocido un nuevo paso más en la labor de DyJ en su personación y acusación popular contra ETA: la querella que ha presentado ante la Audiencia Nacional para que se investigue a diez jefes etarras por su participación en las decenas de miles de exilios -entre 60.000 y 200.000, según diferentes fuentes- provocados por el terrorismo en el País Vasco. La querella, que persigue que por primera vez se someta a proceso judicial uno de los más dramáticos y extendidos efectos del terrorismo etarra, se basa en el caso del concejal popular en Durango, Jesús Mari Pedrosa, quien fue asesinado por no ceder a las amenazas etarras para que abandonara su tierra.

A esta querella hay que sumar la que ha llevado a la reciente condena de cuatro abogados de ETA, que llegaban incluso a señalar objetivos a la banda, según la sentencia de la Audiencia Nacional. DyJ, que se personó como acusación junto con la AVT, logró así acabar con la impunidad del frente jurídico de la banda, el llamado “comando de las corbatas”.

Otro hito de la labor de DyJ ha sido la acusación contra las diferentes cúpulas de ETA por su responsabilidad en diferentes atentados. Las querellas de la asociación que preside Daniel Portero se basan en siete atentados distintos, incluido el de Miguel Ángel Blanco.

La labor de DyJ se extiende también fuera de nuestras fronteras: gracias a una petición suya presentada en 2016, el Parlamento Europeo (PE) ha reclamado a las autoridades españolas la investigación de los 379 crímenes atribuidos a ETA sin resolver. A ello se ha sumado la recomendación del mismo PE para que los asesinatos de la banda ultranacionalista sean considerados crímenes contra la humanidad y en consecuencia no prescriban.

El trabajo de Daniel Portero y su equipo supone un verdadero refuerzo de los pilares más profundos de nuestro Estado de derecho al tratar de eliminar todos los espacios de impunidad a quienes hicieron del asesinato su estrategia de dominación sobre la sociedad española.

Su plena confianza en que contra los asesinos de ETA se ha de luchar con la ley, solo con la ley, pero con toda la ley, hacen de Daniel Portero un auténtico héroe de la democracia, un ejemplar defensor de la libertad de los españoles, frente a quienes quisieron destruirla desde sus primeros cimientos, a pesar del relato acordado por Pedro Sánchez con Bildu a cuento de la “memoria democrática”.

Si añorar la mano segura y firme del padre que te guiaba, protegía e inspiraba es acaso uno de los sentimientos más comunes del hijo que ha perdido al suyo, estoy seguro de que en el caso de Daniel Portero la mano de su padre, el fiscal Luis Portero, hombre de bien y justo, sigue guiándole, protegiéndole e inspirándole, orgulloso de su hijo, en su labor contra los dictados totalitarios de la banda terrorista que lo asesinó. Porque, a pesar de lo que digan, ETA seguirá existiendo mientras sus crímenes y sus consecuencias no tengan, conforme a las leyes de nuestro Estado de derecho, ni resolución policial ni sentencia judicial en favor de sus víctimas.

Y si mi padre viviera estoy seguro de que también estaría orgulloso de que yo sea amigo y compañero en el Grupo Popular de la Asamblea de Madrid de Daniel Portero, en quien se hace carne viva el bíblico precepto, “Honrarás a tu padre y a tu madre”, que es lo más digno que se puede hacer en esta vida.