El GPS de Pedro Sánchez

El GPS de Pedro Sánchez
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Ir a las urnas cuatro veces en cuatro años avala a Pedro Sánchez como experto en inestabilidades y ahora mismo, en proceso de obtener apoyos para su investidura, está primando el sanchismo por encima de la experiencia socialista en consensos de estabilidad, de una parte pre-pactando con Podemos y por otra cortejando subrepticiamente el apoyo de ERC. Así funciona su GPS en el territorio de la política nacional, mientras que su política exterior, salvo la voz de Josep Borrell, lleva camino de ser difusa, inconcreta y volátil porque esa cancha requiere movimientos a largo plazo, un ejercicio difícil dado el presentismo radical de Sánchez. Con un gobierno PSOE-Podemos es previsible una política exterior favorable a las posiciones de Madero, Evo Morales, el peronismo, López Obrador y lo que queda del castrismo.

Como dicen los clásicos del realismo, no se trata de justificar la indiferencia respecto a los ideales políticos y los principios éticos pero hace falta distinguir entre lo deseable y lo posible según cada circunstancia concreta. Eso lo ha hecho el PSOE en sus mejores momentos pero, si finalmente pacta con Podemos, no es lo mismo porque Pedro Sánchez sería más propenso a la política exterior del zapaterismo que a la de felipismo.  Con el felipismo se reconoce al Estado de Israel, se entra con buen pie en la CEE y se pasa del “De entrada, no” a pedir el sí a la OTAN.  Sánchez posa como europeísta pero, ¿es atlantista? Como europeísta ortodoxo cree en la Europa de la norma y no de la fuerza –es decir, sin poder geoestratégico- pero su responsabilidad de gobierno en la OTAN queda por perfilar. Al mismo tiempo, el Consejo Europeo es una constante lucha de poder y de imperativos territoriales en la que, por encima del “Himno a la alegría”, lo que se confrontan crudamente son intereses nacionales.

En el actual paréntesis, Emmanuel Macron, aprovechando la última representación de Angela Merkel –ahora concentrada en recuperar la economía-, pretende reconsiderar una OTAN a la que considera en “muerte cerebral”. No es una venganza post-gaullista sino la afirmación del todo imprudente de un presidente de la República al que, mientras le dice a la UE lo que hay que hacer, los chalecos amarillos le suben por el ascensor. En todo caso, Macron propone –aunque sea de modo incontinente- una mayor capacidad geopolítica de la UE frente a la China y los Estados Unidos.

En Alemania hay discordia en la coalición gobernante respecto a 2% de la aportación presupuestaria a la OTAN. La desmilitarización de Europa puede ser de Podemos, neutralista por su ADN, tercermundista en su estrategia pero lo que dice Macron es que hace falta reforzar la política de defensa de Europa aunque haya sido obsequioso con Putin, por ejemplo, algo ofensivo para el grupo de Visegrado. Según el ‘New York Times’, a Macron le gusta demasiado perorar sobre los grandes problemas de Europa, formulando salidas poco contrastadas. De nuevo el método más útil y eficaz es el euro-realismo.  Se trata de circular con las luces largas.

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