Delcy: ¿por qué no se querella Zapatero contra Aldama?

Delcy
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Víctor de Aldama, que es todo el «nexo corruptor» que se quiera, pero que estuvo inteligentemente dispuesto a colaborar con la justicia cuando fue pillado con las manos en el jurdo, debe estar descarallándose de risa porque se está demostrando que donde apuntó la bala termina por entrar.

Últimamente por lo general anda calladito, observando el letal panorama para sus antiguos socios, pero la última semana ha insinuado como el que no quiere la cosa que el ex presidente Rodríguez Zapatero estuvo en la cúspide de la trama venezolana del petróleo que llegaba a España. Y lo ha dejado ahí. La acusación velada sólo ha conseguido un raro silencio por parte del personaje que dejó España como un solar económico y moralmente bajo mínimos.

Si se observan con atención las posiciones de los mafiosos del ya llamado Caso PSOE, Koldo García, del único asunto que siempre se ha negado hablar («de esto, ni muerto…») es del famoso viaje nocturno de la genocida caribeña Delcy Rodríguez. Sánchez comisionó personalmente a José Luis Ábalos para ser el anfitrión de la poderosa dama del régimen chavista cuando su visita a España estaba taxativamente prohibida por la Unión Europea. ¿Qué secretos atesora Ábalos/Koldo al respecto? ¿A qué vino realmente la vicepresidenta que tiene en José Luis Rodríguez Zapatero a su particular «príncipe»?

¿Cuál es la razón para que el ex presidente no sólo no se querella contra el que le señala con nombres y apellidos en un tema tan espinoso como este? ¿Acaso con la financiación ilegal del PSOE? ¿Quizá con un reparto de dinero a espuertas para unos y para otros? Sánchez defendió con armas y bagajes en sede parlamentaria a Ábalos por esta acción concreta. Después el silencio.

Tengo para mí que en el oscuro Delcygate se esconden algunos de los secretos que el sanchismo teme más que un nublado de granizo. Acabaremos por saberlo (entre otras cosas porque a los presuntos implicados les tiemblan las canillas y están en un sálvese quien pueda) y entonces la película puede ser el fin del fin.

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