Un Gobierno nuevo para un plan de recuperación integral de Valencia
Parece evidente que la gestión de la tragedia por parte del Gobierno valenciano de Carlos Mazón obliga a una profunda remodelación del Ejecutivo autonómico, no sólo por el desacierto y errores en la prevención de la DANA, extensivos -y de qué manera- también al Gobierno de Pedro Sánchez, sino por la notoria incapacidad comunicativa y de liderazgo exhibida por varios de sus miembros durante y después de aquel fatídico martes. No se trata de señalar con el dedo acusador a nadie, pues sería injusto responsabilizar a este o aquel consejero/a de la tragedia, sino porque lo vital ahora es abordar un cambio estructural en un Ejecutivo que tiene ante sí el imponente reto de reconstruir un territorio asolado y de trasladar la confianza perdida a una sociedad que ha quedado anímicamente triturada.
Es difícil que el actual equipo de Carlos Mazón -al que aparte de errores no se le puede negar su determinación a la hora de afrontar la compleja y difícil situación- pueda acometer ese reto, por lo que es necesario incorporar nombres nuevos y perfiles profesionales más orientados a la tarea que queda por delante. Tiempo habrá de examinar los comportamientos y actitudes políticas exhibidos por los máximos responsables de la Generalitat de Valencia, pero lo que es fundamental en estos momentos es articular un nuevo Gobierno para afrontar una tarea que obliga a centrar todas las energías en una rehabilitación a gran escala. La tarea será titánica y necesitará de la ayuda del Estado para dar sus frutos, razón de más para que el Gobierno de Sánchez no escatime medios ni mercadee políticamente con unas ayudas que habrán de proyectarse en el tiempo, porque las anunciadas hasta el momento son solo un primer paso de un plan de recuperación a largo plazo. Esta tragedia obliga a repensarlo todo: desde el papel del Estado en situaciones de emergencia nacional a la redefinición del actual marco de competencias. También, por supuesto, la idoneidad de determinados perfiles políticos. Todo eso y mucho más, porque la gestión de esta tragedia no ha hecho otra cosa que empezar. Y por lo visto hasta ahora la situación obliga a un cambio integral.
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