Las fuerzas de la ONU en el Líbano: menos que cero

Finul

No me quito de la memoria las imágenes de un grupo de civiles insultando a los soldados de un convoy de Finul (o Unifil), las Fuerzas de las Naciones Unidas en el Líbano, golpeando sus vehículos e incluso tratando de prenderles fuego. Vamos, respeto no parece que les tengan ninguno. Cariño, menos. Y más dóciles y apaciguadoras esas fuerzas no podrían haber sido.

Acuartelados en la frontera con Israel, se han enfrentado con prudencia ejemplar al continuo disparo hacia el país hebreo de proyectiles, cohetes o misiles por parte de los terroristas de Hezbollah, sus vecinos desde hace casi veinte años. Tan prudentes, digo, que les han construido sofisticados y extensísimos túneles con entradas, por ejemplo, a 100 metros de sus puestos de observación y no chistaron. Anda que no notarían el trasiego, las detonaciones y todos los polvorientos desechos.

Quien ha denunciado la situación con empeño y pedagogía ha sido Roni Kaplan, capitán israelí y portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel para la prensa internacional. Hezbolá, dice, no solo tiene amedrentados a los de Unifil desde hace años, sino que, como hacen también con los civiles de los poblados chiítas en el sur del Líbano, los utilizan como escudos humanos. En su opinión, es importante que sus tropas se retiren de esa parte del territorio para que no haya más heridos.

Porque ni ellos ni las Fuerzas Armadas libanesas van a acabar con Hezbolá Ni siquiera han mostrado capacidad para impedir que se respeten las resoluciones de alto el fuego, ni el lanzamiento de esos cohetes. Ni el desmantelamiento de los túneles, ni de los depósitos de armas que va encontrando Israel en su avance.

«He servido en el pasado como jefe de enlace de las Fuerzas de Defensa de Israel con los cascos azules de @UNIFIL_ en el límite con Líbano, dice Kaplan. Hasta la segunda mitad de 2015. Todos los meses, le entregaba en Ras al Naqoura (de mi mano) al comandante de la fuerza, las violaciones a la resolución 1701, registradas por el Estado del Israel, que efectuaba Hezbollah en esos años. A veces, eran más de mil las violaciones mensuales. Eso fue creciendo con el tiempo».

Un español que fue miembro de esas fuerzas le corrobora: «Serví en Unifil y no cambio ni una coma de lo que escribe Roni Kaplan. Es una misión de la ONU que no sirve absolutamente para nada para lo q fue creada. España, al principio de la misión, cumplió y el resultado fue que Hezbolá nos asesinó a 6 soldados, después se acabó cumplir».

Efectivamente, Hezbolá es el ejército no estatal -y terrorista- más importante del mundo. Por si fuera poco se le acusa también de incluir una red de narcotráfico al estilo latinoamericano. La cantidad de infraestructura y armamento que tiene entre la Línea Azul y el río Litani es apoteósica. Y lleva también un enorme trajín con el contrabando de armas iraníes, que nadie detiene. ¿Para qué arriesgar a nuestros soldados? «La inutilidad de Finul se manifiesta comprometiendo, en el caso de España, el buen nombre de nuestras Fuerzas Armadas», dice el periodista Vicente Gil en este mismo diario.

Israel se ha cansado de vivir con una frontera iraní es su límite norte. Y ya no se trata de los judíos de la Segunda Guerra Mundial que fueron, como dice Kaplan, «como ovejas al matadero». Está claro ahora que Hezbollah planeaba otro 7 de octubre y tenía dispuesta la infraestructura para ello. Hasta tenía el nombre preparado: «La Conquista de la Galilea». Las tropas de Finul no hacen nada más que estorbar (incluso, indirectamente, servir los intereses de los terroristas). No sólo tiene Israel el derecho a defenderse, sino también a librarse de unos enemigos declaradamente genocidas que buscan la destrucción de su país. Y, si les sale bien, de los nuestros.

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