El Espanyol es la chusma de Cataluña

accidente Espanyol

Hace demasiados años que aviso que los pericos –los aficionados del RCD Espanyolno somos bien vistos en la Cataluña oficial. A pesar de que muchos pericos acomplejados se empeñan en llevar ofrendas florales al monumento de Rafael Casanova, o aplaudan cuando la propiedad del club – recordemos que el presidente es chino– felicita el 11 de septiembre, pero no el 12 de octubre, siempre seremos considerados la chusma de Cataluña. No importa lo que hagamos, el nacionalismo ambiente que domina la política y la sociedad catalana indica cuál es el camino a seguir: monolingüismo en catalán, ser del Barça, defender que Cataluña es una nació y asegurar que España es un Estado artificial que oprime a los pueblos ibéricos y que se ha de confederalizar. No se puede discrepar en ninguna de estas premisas, si lo haces, estás fuera.

Los Mossos d’Esquadra han podido permitirse el lujo de intentar tapar su desastroso operativo en un partido de alto riesgo como el derbi, acusando a la afición perica de ser unos salvajes que acosaron a una pobre conductora que cometió la imprudencia de atropellar a diecisiete personas. Los primeros días se difundió la versión de que ella fue la víctima porque como vecina llevaba demasiado tiempo sufriendo los desmanes de la afición del Espanyol. La policía autonómica, y el Ayuntamiento de Cornellà, han intentado –con el apoyo entusiasta de sus voceros, sobre todo en La Vanguardia– tapar su ineficacia estigmatizando a los seguidores blanquiazules.

Una mujer se lía a atropellar a hinchas pericos –en dos momentos diferentes– en una zona de alta concentración de personas, en un partido catalogado como alto riesgo, mientras docenas de policías autonómicos demostraron su total inutilidad. Y la responsabilidad es de los atropellados por ‘asustar’ a una indefensa conductora. Si los atropellados hubieran sido hinchas culés en los alrededores del campo del Barça se hubiera suspendido el partido, y Pedro Sánchez habría mandado al Ejército a acordonar la zona. No fue el caso, los atropellados eran de la chusma blanquiazul.

Los Mossos no habrían tenido narices de utilizar a sus voceros habituales para vender su versión sobre los atropellos si hubieran sido de cualquier otro club de Cataluña. Y no hablo solo del Barça. Les resulta muy fácil criminalizar al Espanyol porque están acostumbrados a que salga gratis. Tenemos una propiedad cobarde y pacata que jamás moverá un dedo para defender a sus aficionados. Y tenemos un entorno mediático dominado por gente que aborrece la misma existencia del Espanyol. Muchos de ustedes ni lo sabrán o ni lo recordarán, pero en abril del 2023 el entonces capitán del Espanyol, Sergi Darder, participó en un vídeo de Òmnium Cultural vestido con una equipación oficial del club. La excusa era una campaña de promoción del catalán, el problema es que Òmnium es una asociación golpista que promovió el referéndum ilegal del 1 de octubre. Por supuesto, cuando poco después bajamos a Segunda, TV3 y Catalunya Ràdio nos ignoraron de una manera escandalosa durante todo el año. ¿De qué valió hacerse los simpáticos con los separatistas de Òmnium? Para que meses después los separatistas que mandan en los medios de la Generalitat nos obsequiaron con el vacío mediático aunque el Espanyol tuvo esa temporada más abonados que el mismo Barça – les sorprenderá, pero fue así -.

Dentro del catecismo nacionalista de «ser del Barça» está el «desear la desaparición del Espanyol». De ahí que el mainstream catalán viera con simpatía que jugadores culés, durante los actos de celebración de la Liga, cantaran una canción de los Boixos Nois dedicada al Espanyol que acababa así: “Bajaste de división, para poder ser campeón. Rezaremos por tu desaparición”. No pasó nada porque, repito, atacar al Espanyol sale gratis. Recordemos como Xavier Trias, cuando era alcalde de Barcelona, dijo que «tener un yerno del Espanyol sería una desgracia». Por supuesto, no dimitió. Y es que ser perico es un estigma para los que realmente mandan en Cataluña. Por mucho que Salvador Illa, Gabriel Rufián o Jordi Turull afirmen ser del Espanyol, siempre tendrán muy claro cuáles son sus prioridades, y tienen muy claro quién manda y cuál es la senda a seguir. A la hora de la verdad, entre la patria catalana y el respeto a una afición minoritaria siempre escogerán la patria. Y la patria solo tiene un equipo nacional, que se llama Fútbol Club Barcelona, el resto sobra. Se permiten localismos como el Girona o el Nàstic, siempre que no molesten demasiado. Pero un club como el Espanyol, con una afición que dice a la cara lo que piensa del Barça y de su prepotencia y falta de valores, no tiene cabida en la Cataluña que camina unida hacia la República Catalana.

El Espanyol tuvo un presidente del entorno convergente muy bien conectado con la élite conservadora catalana como Daniel Sánchez Llibre y los poderes mediáticos y políticos de Cataluña nos escupían. Tuvimos un presidente claramente separatista como Joan Collet, y nos siguieron escupiendo. Podríamos tener como presidente a una diputada de la CUP que hubiera sido en su juventud terrorista de Terra Lliure y nos seguirían escupiendo. Somos para el nacionalismo gobernante en Cataluña una anomalía a extirpar. Me gustaría pensar que esto valdrá para que la gente del Espanyol despertara. Pero no será así. Quince días de indignación y volveremos al estado de postración habitual. A permitir que el nacionalismo catalán nos trate mal mientras los propietarios del Espanyol, para hacerse perdonar, ignoren continuamente la bandera de España y se empeñen en hacer gestos que nunca serán recompensados. La senyera está en la camiseta de los jugadores, en la entrada de las oficinas, en el antepalco presidencial y en la ciudad deportiva. La bandera nacional no está a su lado. Un complejo que nunca tendrá recompensa, porque el nacionalismo catalán nos desprecia. Y nos despreciará siempre.

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