¿Dónde vas, España?

España

Los sucesivos espectáculos ofrecidos por la clase política institucional, con el jefe del Gobierno a la cabeza, no han hecho más que confirmar al pagano pueblo español que tiene la desgracia de contar con unas de las peores clases políticas del mundo libre.

Los politólogos más considerados entienden que el camino escogido por España desde que Pedro Sánchez accedió al poder es el modo italiano en el que la sociedad va por un lado y el Gobierno por otro. En España, el problema estribaa, mayormente, en que ese Gobierno Sánchez se inmiscuye constantemente en el quehacer ciudadano y no sólo en los temas fiscales, aunque sí de forma extraordinaria.

Contemplado el susodicho espectáculo presidencial en sede parlamentaria arremetiendo, repleto de rabia y odio, contra sus adversarios políticos, los observadores empiezan a cuestionar que aquí exista una democracia liberal o si la que hemos disfrutado durante los últimos 35 años tiene posibilidad de subsistir.

España como nación está en gravísimo riesgo, se ponga como quiera ese gañán bien pagado apellidado López y de nombra Francisco (Patxi). No hay ninguna otra nación y Estado en Europa que corra más riesgo que la española; es algo simple y fácil de comprobar. Un prófugo se amnistía a sí mismo entre el aplauso antihistórico de la bancada socialista/sanchista. Y, de paso, se blanquea a los herederos de los terroristas al tiempo que se levanta el muro particular de Sánchez y sus amigos.

Por si fuera poco ese acontecer el pueblo llano tiene ya cabal idea de lo ladrones que pueden resultar los miembros de un gobierno avaro por enriquecerse a toda costa. La corrupción a propósito de las mascarillas es algo que hubiera hecho caer a cualquier Poder Ejecutivo en cualquier lugar del mundo. Sánchez, con su mujer hasta las cejas en el lodazal, prefiere referirse a una vuelta de Feijóo en el yate de un narco hace 31 años. En esta descripción somera de la deriva española, no se puede olvidar la quiebra económica evidente que padecen millones de familias españolas. Podrán camuflar las cifras del paro, pero las amas de casas saben lo que cuesta llenar el carro de la compra.

España, en definitiva, se bate entre la desesperanza y la melancolía. Al frente hay un presidente del Gobierno que persiste en destrozar su país y colocar a 48 millones de ciudadanos en un camino sin posibilidad de retorno en muchas de las que han sido sus señas de identidad históricas, que forjaron una gran nación y un gran pueblo.

¿Les juzgará la historia?

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