Opinión

Disfraces de perro para los Goya

Ya calientan los premios Goya y parece que este año el día de la marmota no va a repetirse, al menos en lo que al presentador se refiere; Dani Rovira deja paso —¡Aleluya, hermanos!— a Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. No es que el malagueño no tenga gracia, que la tiene, pero con él pasa como con el cocido: a todos nos gusta, pero al tercer plato ya empiezas a estar un poquito harto. Yo, personalmente, prefiero el humor de los chanantes, que también están hasta en la sopa, pero, qué quieren que les diga, me gustan más y encima son de mi tierra. Estaría bien que salieran a presentar disfrazados de perro, como en la promo, porque el esmoquin ya está más visto que Dani Rovira. A su favor, el dúo manchego tiene el consuelo de que si todo sale como casi siempre en estas galas, al menos podrán repartirse las culpas al 50% —¡como si nadie más trabajara en ese espectáculo!—.

Puestos a culpar, ahí estará Javier Gutiérrez, culpable de ganarlo todo últimamente; en menos de un mes se ha llevado el premio Forqué y dos Feroz, y tiene pinta de que su segundo cabezón no se le va a resistir, aunque en esto de las quinielas previas conviene no mojarse demasiado, uno acaba haciendo el cálculo más previsible para luego dárselas de entendido y al final las sorpresas, que siempre las hay, te acaban dejando en evidencia. Donde sí que le han echado un poco de cara los académicos del cine es en las nominaciones de Loving Pablo: hombre, tener a Pe y Javier da esplendor a la gala, pero es que la película se estrena en España el 9 de marzo. Vamos, que ni disfrazados de perro me los zampo esta edición.

Por suerte, el sábado compiten un puñado de buenas películas: El autor, Verano 1993, Handia, Muchos hijos, un mono y un castillo —¡Salve, Julita!—, No sé decir adiós, La librería, Pieles… Supongo que los nominados ya estarán ensayando la cara de: «Vaya, no me han dado el premio, pero no pasa nada, no me importa en absoluto», aunque en ese momento ni los mejores intérpretes saben disimular, y mira que se esfuerzan. Las que también se esfuerzan son las profesionales del cine; en la gala de los Feroz diría que el discurso en favor de las mujeres —por repetitivo— perdió un poco de efectividad. Mejores los elegantes alegatos de Adelfa Calvo o Nathalie Poza que el «raca-raca» de Leticia Dolera. Desde luego hay que seguir reclamando la igualdad salarial y el fin del acoso. En este sentido, si hoy ganamos a los hombres para la causa a base de educar, quizá consigamos que nuestras hijas compitan mañana en igualdad de condiciones con los hombres de su tiempo. Ojalá.

Lo único seguro de la gala del sábado es que, como cada año, terminaremos pidiendo clemencia a los organizadores para que se acabe de una vez, y así los premiados puedan ir a emborracharse, y los que la vemos desde casa nos metamos en el sobre borrachos o sobrios, eso ya dependerá de cada uno. En casa no se exige etiqueta, así que, a falta de un disfraz de perro, yo veré la gala en pijama. Qué poco glamour tengo.