¿El Día del Recuerdo o mejor de la Infamia?
Ni se molestan en disimular. La izquierda celebró El Día del Recuerdo, esa iniciativa de Juan Pedro Yllanes (Podemos), lo que quiere decir con el apoyo del Govern que vicepreside. Se vendía este acto, como el «homenaje a las víctimas republicanas de la dictadura franquista». Pero nada de referir lo ocurrido en los previos a la Guerra Civil, y la misma guerra, en el bando republicano. El trampantojo de este aquelarre es pretender colar el engaño y que no veamos lo que en realidad es. Por eso, ellos –la izquierda- podrán vociferar cuanto quieran El Día del Recuerdo. Pero la gente de bien –que la hay- no tendrá más remedio que alzar la voz y señalar esta cita como lo que en realidad es: El Día de la Infamia, porque el enfrentamiento entre hermanos ocurrido en los años 30 del siglo pasado generó víctimas en uno y otro bando; víctimas, todas ellas, por lo general merecedoras de respeto.
La iniciativa de Yllanes, ¡un magistrado!, carece de honra, de crédito y de estimación, que son deméritos suficientes como para considerarla infame.
Es indiferente que se intente desviar la atención, apelando a que solamente se habla de las víctimas republicanas durante la dictadura franquista, razón por la cual no viene a cuento hablar de Guerra Civil y sus prólogos. Puesto que han ocurrido cosas simultáneamente, sí viene a cuento hacerlo. Porque en paralelo, se ha trabajado para ponerle veto en el homenaje a las víctimas de los asesinatos perpetrados por tropas republicanas y milicias comunistas.
El caso más sángrate, seguro que hay muchos más, es el brigada que mató al cura menorquín Juan Huguet. El brigada fue fusilado por asesino y sí está su nombre en la infamia de El Día del Recuerdo, mientras al cura se le niega la condición de víctima. Lo dicho: ni se molestan en disimular.
¿Qué decir del monolito en memoria del acalde de Es Castell, Francisco Gimier, retirado recientemente por orden de la sectaria Comisión Técnica de Memoria y Reconocimientos Democráticos de Baleares? ¡Hablamos de una comisión técnica! Pero como aún quedan personas de bien, incluso en la izquierda, ha sucedido que el equipo de gobierno municipal de Es Castell, formado por socialistas y nacionalistas, ha aceptado colocar una placa en el cementerio de la localidad menorquina en homenaje a Gimier, asesinado en los primeros días de la Guerra Civil por una turba republicana y miliciana.
El Govern, ojo al dato, ha prohibido citar la Guerra Civil en la placa. Hasta puede que finalmente se prohíba colocarla, el 16 de noviembre, fecha en la que se conmemora el 85 aniversario del asesinato de Francisco Gimier.
Son claros ejemplos, y seguro que hay muchos más, del odio sectario que se esconde en el perverso articulado de esta Ley de Memoria Democrática. La gente de bien, haría lo propio, al no votar a los partidos que mantengan en su programa la permanencia de esta ley indigna. Carece de honra.
Si la sociedad consiguiera despertar de su narcotizada condición también se daría cuenta de que la izquierda, hoy más radical que nunca, se mantiene en este mismo perfil en el día a día. No se puede entender que el pleno de Cort haya pasado el rodillo para aprobar el Plan General de Palma ignorando por completo a la oposición o que el Parlament Balear haya rechazado todas las enmiendas a la Ley de Vivienda. Síntomas todos ellos, de la soberbia, odio al diferente y compulsiva autoestima de una izquierda incapaz de aceptar el diálogo y el acuerdo con esa parte de la sociedad que encarna el pluralismo.
Ahora, que sienten ganada la batalla cultural, ni se molestan en disimular.
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