Cuatro años después, desguaces Sánchez
Que presuma ante sus deudos de “limpiar y engrandecer las instituciones” lo dice todo. El jefe de Gobierno que más ataques ha perpetrado a las instituciones democráticas emanadas de la Constitución viene cuatro años después a alardear (todo en Sánchez es puro alardeo) de justamente todo lo contrario de lo que ha hecho. Desde las Cámaras legislativas, el CIS, la Fiscalía, RTVE, los estados de alarma (inconstitucionales, según el TC), el Poder Judicial –que ha intentado mantener su independencia recurriendo a Europa-, los medios y recursos del Estado en beneficio propio, asesinando el espíritu de la Constitución al pactar con independentistas y afines políticos a la banda de asesinos que fue ETA. Hasta las resoluciones de la ONU (Sáhara); no entraré –por conocido- en cuestiones de limpieza y transparencia en el ejercicio diario del poder, ni en las incursiones –algunas sutiles, otras groseras- en los medios de comunicación.
Se refiere el campeón de la lucha contra la corrupción, sin que le tiemblen las cachas, a que su Gobierno y su partido (PSOE) han instaurado la decencia en este país. Ese mismo día, se conocía la existencia de una mafia –nacida y crecida en la Valencia de Ximo Puig- con tentáculos en los predios de la Andalucía socialista y la socialista Extremadura para trincar sin pudor dinero público. ¡Y se queda tan orondo…!
Presumía de todo ello, digo, justamente el mismo día que su homólogo marroquí –al que entregó la antigua colonia española con nocturnidad y alevosía- cogía un avión y se plantaba en Rotterdam con la intención de entrevistarse con el jefe de la oposición española. Dicho de otro modo, que en la potencia norteafricana, que de la política doméstica española lo saben todo, dan por amortizado al dadivoso Pedro Sánchez. Ignoro si en poder de los servicios secretos alauitas obran datos, vídeos, pruebas que harían inviable continuar con la agónica caminata de cuatro años en el Gobierno del todavía primer ministro español. No me consta. Algunos parecen que sí.
A Sánchez, a mi entender, se le está poniendo cara de Zapatero. No tanto por las cosas que no sabemos pero se intuyen, sino porque las gentes de este país se han empobrecido hasta extremos insoportables para las clases más desfavorecidas que sobreviven entre la precariedad, la carestía de los productos básicos y el temor al futuro inmediato. Esta es la verdad, aunque no se atreve a decírsela el tal Bolaños. A partir de ahí, oiga, que cada uno se haga su propia composición de lugar.
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