Opinión

¿Para cuándo la desaparición del PSOE?

El caso Mediador no debería ser el fin del sanchismo, sino el final del Partido Socialista, la formación política con el pasado y el presente más oscuro, criminal y corrupto de cuantas ha habido en Europa. Bajo el estigma de representar la izquierda fetén y adornado con esa impronta autoimpuesta de guardián de lo correcto, su siniestra historia se encuentra, empero, repleta de acontecimientos censurables. En todo lo deleznable, moral y políticamente hablando, siempre ha estado el PSOE como parte importante del asunto: bajo sus siglas se han impulsado golpes de Estado contra la República (1934), han saqueado el oro de las reservas nacionales con el liderazgo de Negrín y Prieto, instauraron oficialmente el terrorismo de Estado con los GAL, su fundador (Pablo Iglesias Posse) amenazó de muerte en tribuna parlamentaria a un líder de la oposición a principios de siglo, participaron con Largo Caballero en la dictadura de Primo de Rivera y tienen los casos más bochornosos e infames de corrupción de la historia política de Europa.

Creíamos que Andalucía fue la excusa y era la norma, y ahora algunos despistados aseguran que las andanzas de Tito Berni representan un síntoma político extemporáneo, cuando en realidad se trata del modus vivendi y operandi de un partido que suele usar el Estado y los fondos públicos para algo más que prostitución, drogas y fiestas: de tapadera organizadora con la que ha tejido en décadas una red hedionda de corruptelas interminables, mediante la cual compra voluntades, silencia conciencias e intoxica realidades. Con la prostitución, como con el resto de temas, el PSOE no es hipócrita, es coherente. Coherente con su forma de vivir, de pensar y de argumentar: haz lo que digo, no lo que hago.

El próximo 8M, las feministas de salón obviarán que los puteros son de izquierdas. Para su retorcido y bien sufragado argumentario, esa verdad es insoportable. Le ayuda en la ignominia la siempre fiel prensa progre, tan defensora de las mujeres que ahora calla orgullosa al ver a sus diputeros circular de farra nocturna con el dinero de todos. El País y la Ser silencian el puterío socialista porque lo suyo nunca fue contar la verdad al ciudadano, sino amortajarlo de doctrina y pensamiento Alicia. Expertos en el cambalache periodístico, han pasado de anunciar en primicia la existencia de capas de calzoncillos (tres para ser exactos) a ocultarlas. Progresismo del bueno.

Decíamos que lo del PSOE no es coyuntural, sino sistémico. Que casi dos decenas de sus diputados en el Congreso estén en el ajo de la prostitución indica hasta qué punto la impunidad e inmunidad del socialismo es garantía de perversión patrocinada. Por ello considero, a diferencia de acomplejados y moderaditos, que al inquilino con sede en Ferraz no hay que salvarlo, sino denunciarlo, juzgarlo y despedirlo sociológicamente. ¿Ahora entienden la obsesión de ese partido, y de la izquierda en general, por controlar la educación y los medios de comunicación? Comprando conciencias y generando ignorantes iletrados, más palmeros de carné, sabrán que, hagan lo que hagan, sus pecados serán perdonados.

El enésimo escándalo de un gobierno sin rumbo y un partido sin decencia debería llevar a reflexión a la opinión pública. La moción de censura no puede ser sólo a Sánchez. Debe ser a todo el PSOE. Y no la debe impulsar Vox. La tienen que liderar todos los ciudadanos de bien cuya honradez y honestidad les impide aceptar que salga impune la canallesca socialista. Si después de esto, el PSOE no se hunde en las urnas, España no se merecerá que nadie le rescate del hediondo pozo en el que políticos, ciudadanos acríticos y prensa cómplice la han metido para siempre.