Crespón negro para un país en decadencia

Isabel II
Crespón negro para un país en decadencia

Los entierros no sólo se les da bien a los españoles. Ahí tienen a los británicos llorando desconsoladamente por una reina longeva que se les ha ido. Leo algunos titulares (“Isabel II la más grande reina de la Historia”) y me entra la risa floja.

La prima del rey Juan Carlos tiene sus luces, naturalmente, pero también sombras inescrutables. Cuando ascendió al Trono, Reino Unido era un imperio; hoy es un reino desunido (la pretensión de secesión de Escocia, sin ir más lejos) y con un fuerte marchamo a decadencia. Quizá, lo mejor, sin duda, fue que nunca se supo lo que pensaba y desde ahí asirse a su rol institucional sin dejar margen alguno a la “política”.

De ahí, que colegir que ha sido la “mejor reina de todos los tiempos” va un abismo. Ante hechos históricos inapelables, su antecesora Isabel I tiene timbres mucho más gloriosos. O qué decir de la Isabel castellana que consiguió la unidad nacional (1492), creó el primer Estado moderno, puso a los nobles egoístas y ramplones en su sitio y descubrió el Nuevo Mundo.

¿Qué Reino Unido podemos describir con justeza a la muerte de Isabel II? No voy a entrar en los inmensos y permanentes líos familiares, aquí también tenemos lo nuestro. Sin duda, UK ha dejado de representar en el mundo la gran potencia que fue y tampoco deseo entrar en los inmensos episodios de rapiña que protagonizaron a lo largo de los siglos. Tony Blair, el primer ministro laborista que salvó a su reina de cadalso (dicho metafóricamente), reconoce en sus Memorias que este país lleva años entrando en los anales de la decadencia.

´No puede afirmarse en rigor que aquello que siempre preconizó y buscó la soberana fallecida hace unas horas, esto es, la unidad nacional haya sido un éxito. La Gran Bretaña presenta hoy una sociedad en banderías –quizá no tanto como aquí-y el Rey Carlos III tendrá que hacer juegos malabares para que las “naciones” que conforman la Isla no tomen las de Villadiego.

La fuga de la Unión Europea se está demostrando como un error de dimensiones históricas. Está por ver cómo meten el bisturí a ese peliagudo asunto el nuevo rey y la nueva primera ministra. Los británicos, mejor, los ingleses, como vendedores no tienen precio.

Respeto a Isabel II, todo. Reconocimiento a su determinación que no falte. Botafumeiros vacuos, ninguno. Dicen que ejerció presión ante la premier Thatcher para que la colonia sudafricana de Mandela consiguiera su independencia definitiva. Que yo sepa, no movió una ceja para que la última colonia británica en Europa dejara de serlo.

Hechos.

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