Opinión

Corrupción social y moral a cargo de Sánchez

La gran mayoría de los españoles apoya que los que más recursos tienen, así como las grandes compañías y sobre todo la banca, paguen más impuestos. Dándole una vuelta a la frase corriente, este es un claro caso de injusticia poética, pues esa misma mayoría de españoles ignora que ya lo hacen: pagan más impuestos, y en progresión geométrica, que los que menos tienen -que contribuyen lo mínimo al erario-, y a diferencia de estos últimos apenas consumen recursos públicos, sufragando con solidaridad obligatoria aunque exuberante todos ellos. Pero éste es el resultado de una encuesta encargada por el Grupo Prisa, bastión del Gobierno, que me creo a pies juntillas. Y doy por hecho que los medios que controla este conglomerado intelectualmente abyecto estarán tremendamente satisfechos, porque no hay duda de que ponen el máximo empeño a diario en modelar la conciencia cívica con tesón. Iba a decir que por encargo de Sánchez, que también, pero honestamente creo que lo harían en cualquier caso, porque son unos convencidos de las ventajas que les reporta y reportará una opinión pública plegada a sus intereses bastardos, a la que persuaden con éxito por medio de la voluntad, la determinación y la agresividad que le falta legendariamente a la derecha con frecuencia timorata.

Por eso, una amplia mayoría de la nación respalda la idea de gravar con saña a las compañías privadas -que son las que crean empleo-, a las entidades financieras -que remuneran nuestros ahorros y nos prestan el dinero indispensable para comprar un piso o montar un negocio-, y a los llamados ricos, que tanto aportan a la prosperidad general gastando e invirtiendo.

En su inmensa ignorancia -quizá contaminada por la abulia y el confort-, sometidos a una propaganda impía, la masa desinformada está convencida de que los afortunados de la nación -que lo son gracias al trabajo duro, al esfuerzo, al sacrificio cotidiano y a los riesgos que afrontan exponiendo su capital al albur de los negocios siempre inseguros- pagan pocos impuestos. Ya he dicho que esto es una completa falsedad que debilita moralmente por igual a las clases medias, secularmente postergadas. La gente escucha tantas veces que pagamos menos impuestos que en Europa y empieza a asumir este mensaje siniestro como una revelación divina. Pero esa misma gente desconoce que el tipo marginal del Impuesto sobre la Renta, superior al 45% en la mayoría de las comunidades del país, se aplica a partir de los 60.000 euros de ingresos, la mitad de la base a partir de la cual se contribuye tan gravosamente en Europa. Igualmente, desconoce la tributación inicua a la que está sometida la banca y tampoco repara en que el impuesto de patrimonio, allí donde se aplica con toda su potencia de fuego -en la mayoría de las autonomías, salvo aquellas gobernadas por el PP- es confiscatorio, porque establece unos tipos muy por encima de la rentabilidad del capital atesorado y ya previamente castigado por la agresividad de la Hacienda Pública.

Es elocuente, a la vez que descorazonador, que muchos votantes de la derecha -ya sean del PP o de Vox- opinen de igual manera sobre la presunta injusticia del sistema fiscal español. Demuestra que la lluvia ininterrumpida de eslóganes falaces y de principios nocivos sobre la desigualdad y los derechos de nueva generación, inoculada a través de la mayoría de los medios de comunicación de izquierdas, que son los más si atendemos a las televisiones públicas y privadas y a los diarios digitales con la honrosa excepción de OKDIARIO y otros ejemplos menores, ha alcanzado beneficios mucho más que extraordinarios. Ha prendido en un terreno fértil, debidamente regado por tantos años de socialismo en el poder.

Por fortuna, y en su descargo, los votantes de derechas se quejan mayoritariamente de que pagan muchos impuestos, algo que atribuyo sin dudarlo a que estos trabajan regularmente, mientras los filosocialistas, por no hablar de la escoria podemita, hace tiempo que ha dejado de valorar el empleo, vive en muchos casos de subsidios y ayudas de toda laya y así muestra el agradecimiento debido a la mano que les da de comer. Es inaudito que la gente considere, también por mayoría, que la responsabilidad del fraude fiscal en España es de las grandes compañías y de los ricos, aunque realmente están más vigilados y escrutados que cualquiera. Tal acusación sin fundamento entraña el hecho grave de que muchos de estos dedos que señalan siempre al contrario suelen ser defraudadores contumaces, pues evitan pagar el IVA correspondiente en las operaciones que hacen, y a nada que tengan la menor oportunidad de esquivar al Gran Hermano, consuman la tentación. Y conviene recordar que es igual de defraudador el que oculta a Hacienda un euro que un millón, que ya me conozco la distinta vara de medir de las llamadas clases populares porque pertenezco a ellas y he cometido los mismos actos execrables sin despeinarme ni cargo de conciencia alguna. Es decir, durmiendo después a pierna suelta en la seguridad de que los malos son los otros, los demás.

¿Tiene alguna posibilidad de éxito un país que disfruta de uno de los estados de bienestar más generoso del mundo, pero en el que una gran parte de la población inculpa a los que lo financian inexorablemente en exceso de escurrir el bulto, les conminan a pagar todavía más, desprecian su contribución a la sociedad y además los tratan como defraudadores, cuando no dedicados a la extorsión? Ustedes dirán. Pero yo temo que no demasiado. Por eso la tarea del PP de Feijóo en caso de que gane las elecciones es verdaderamente colosal. Exigirá hacer tabla rasa de los demonios que llevan corrompiendo la mentalidad de nuestra sociedad desde tiempo inmemorial. No le arriendo las ganancias.