Opinión

Ciudadanos: nadar en el mar o en la piscina

No será una sola campaña. Ya conté en estas páginas que el ecosistema político y sociológico había cambiado de tal forma que ya no se concibe la estrategia electoral de la misma forma que hace unos años. Demográficamente hay nuevos elementos que equilibran el tradicional reparto de escaños de un sistema electoral necesitado de banquillo, de varias capas de chapa y pintura que refuercen la proporcionalidad que dictan las urnas y no la estabilidad para el que un día se concibió.

En estas semanas de puesta en escena programática, varios escaños pueden cambiar de partido en función de las estrategias impulsadas desde el cuarto de guerra de los asesores. En numerosas provincias, un puñado de votos decidió el último escaño en liza, que ahora podría cambiar de color político. Y no siempre para la formación de signo contrario. Las ecuaciones pasan por dos nuevos ejes que marcarán la campaña, y que ampliaremos en artículos posteriores. Uno que se recupera, el tradicional derecha-izquierda, que definirá el juego de alianzas y mayorías en las posibles conformaciones de gobierno post elecciones. Y el otro el eje centro-extremos, donde PP y Ciudadanos intentarán presentarse desde la centralidad moderada para recuperar el espacio perdido o reafirmar su consolidación. El extremo lo representará quienes anuncian y piden la ruptura de lo establecido y conocido por un nuevo orden político bajo confluencias pactadas y gobiernos de concentración diversa.

Para la conformación y confirmación de uno de esos ejes, no se entiende el continuado ataque que en las últimas semanas y desde algunas filas del PP, se hace a Ciudadanos. Les necesitan para el pacto post campaña y les requieren para el Gobierno de legislatura corta. Como tampoco se comprende la obsesión que hay en Ciudadanos con atacar al PP y Rajoy, a sabiendas de que puede provocar una desbandada de sus votantes hacia el partido de origen. No se concibe como pragmática una comunicación que intenta posicionarse donde no hay alimento electoral a costa de perder el único caladero donde hasta ahora has pescado con comodidad. No se entiende que se priorice llevarse bien con aquel que no te aporta ni reporta nada —incluyendo aliados mediáticos— antes que apostar por convertirse en el representante de una fuerza social y política desencantada con el único partido de centro y derecha con el que hasta ahora se identificaban. Ciudadanos debía ser el nuevo PP. Para eso dio el salto nacional. Esa debería haber sido su apuesta. Y dejarse de equilibrismos. Debe decidir de una vez por todas si quiere seguir nadando en la calma de la piscina o aventurarse por fin al incierto e inmenso mar. El agua de la piscina será la misma siempre. En el mar te puedes ahogar, pero también puedes obtener la pesca definitiva que te consolide como partido a ojos de los españoles.

En Podemos esa parte siempre la han tenido muy clara. Queremos ser el nuevo PSOE, confesaban por lo bajini. Somos la verdadera izquierda, alzaban henchidos de soberbia convencida. Primero lo intentaron con órdagos de alianzas envenenadas bajo máscaras de vicepresidencia fetén. Después con ofertas rechazables en cuya trampa del mensaje reactivo cayeron desde Pedro Sánchez hasta algunos barones socialistas. Y por último la alianza con Izquierda Unida con el objetivo de superar en votos (que no escaños) al partido hegemónico de la izquierda en España hasta hoy. Y así vender que desde el 27J, ellos, Iglesias y Garzón, Bescansa y Errejón, Monedero y Echenique, son los portadores de esa nueva bandera.

Desde certezas como esa sí se puede construir mejor las estrategias políticas y narrativas. Desde la improvisación y el mensaje según el contexto semanal sólo se logran tapar coyunturalmente las vergüenzas. Y ni siquiera encuestas parciales lograrán posicionarte en el imaginario colectivo como partido relevante. Nadar en aguas turbias exige estructura pero también conocimiento del mapa sociológico, referentes competenciales para articular apoyos laterales que favorezcan la consolidación de un proyecto o una idea. Nada de eso parece ocurrir ahora en Ciudadanos. Ahora mismo, mientras no se consolide esa narrativa de centro con la que suministrar de armamento ideológico al populacho, el partido y lo que representa será un constante estado de ánimo, sujeto a sacudidas de rebeldía aisladas que le situarán en el foco de la noticia o en la marginalidad del Congreso. Piscina o mar. Decidir dónde se quiere nadar antes de lanzarse al agua.