La caza de la “Niña Ayuso”

La caza de la “Niña Ayuso”
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Hace unos días, el periódico oficial del régimen del Frente Popular estremecía a los lectores que aún le guardan una cierta fidelidad, con este asombroso titular: “El Gobierno se erige en garante de la salud de los madrileños ante Ayuso”. O sea, por resumir: volcaba sobre la responsabilidad de la presidenta de la Comunidad de Madrid la culpabilidad; no responsabilidad, culpabilidad directamente, de poner en solfa, en peligro, el bienestar sanitario de los habitantes de la capital de España por culpa del maldito virus y, como derivada, por la infame gestión de Isabel Ayuso. Nunca se vio cosa igual. ¿O sí? Pues sí, porque este cronista recuerda, como si se tratara de ahora mismo, el resumen que el diario hizo horas después de que unos abyectos muyahidines derribaran las Torres Gemelas de Nueva York asesinando a casi tres mil personas. Entonces la preocupación de nuestro colega consistió en preguntarse y, sobre todo en temer la respuesta violenta que el presidente Bush jr. deparara al tremendo atentado

Mira por donde la “Niña Ayuso” ha recibido, con ocasión de esta pandemia, el mismo tratamiento que el ogro presidente USA que, entre otras cosas, no hizo en Irak más que completar la faena inacabada que su padre Bush sr. había empezado contra el asesino Hassan Hussein y con la complicidad de gobiernos de todo el mundo incluido el español de Felipe González. No hay día sin que la “Niña Ayuso”, como la denomina la izquierda social comunista y también, hay que advertirlo así, algunos miembros del partido con el que gobierna en Madrid, reciba un zurriagazo más o menos agresivo del enemigo. EL último ha sido este de acusarle de vivir por la patilla en un lujoso apartamento de Kike Sarasola que, según los tratantes del alquiler, cuesta mensualmente más de 6.000 euros. Pues bien, las cosas son de otra forma. Ayuso, contagiada de Covid, tuvo que abandonar su domicilio para no infectar a la persona con la que habita, se trasladó a esta vivienda que no cuesta, ni mucho menos según el propio arrendatario, esa cantidad magnífica, la Comunidad de Madrid que preside Ayuso no va a pagar ni un céntimo por el alquiler, y la presidenta se ha comprometido a abonar hasta el último euro de su estancia. El Grupo que le proporcionó la eventual vivienda ya declarado que la presidenta pagará religiosamente los 80 euros diario le cuesta la permanencia. ¿Rectificarán los inquisidores?  Nadie lo espere. Y por cierto: ¿con qué dinero se ha pagado, si es que se ha pagado, la suntuosa habitación del Ruber de la vicepresidenta Carmen Calvo? Y del Ruber al piso de la antigua Dirección General de Sanidad, como ha desvelado este periódico. Todo por la patilla. Para denuncias están estos culebreros.

La “Niña Ayuso” no es precisamente una liebrecilla a tiro de cualquier cazador incluso primerizo; la “Niña Ayuso” ya es caza mayor. Por eso se han detenido en ella, que significa ya, con el soberbio Almeida, el bastión para la reconquista que el PP pretende de La Moncloa. Con errores casi de principiante, está administrando con tino para los madrileños esta crisis descomunal y las encuestas así lo reflejan. Debiera, eso es cierto, controlar sus emociones dialécticas y retóricas, y no dejarse seducir por el marketing más o menos interesado en vender a toda costa. En las últimas horas ha respondido al ojeo de los furiosos sanchistas con una iniciativa que ha trastornado las imputaciones del régimen. Ha repartido el martes más de un millón de mascarillas gratuitas y los hostigadores no han tenido otra respuesta que acusar a la propaladora de que las mascarillas ¡son demasiado buenas! O de que, lo ha dicho el sindicato hermano y conmilitón del PSOE, la UGT, de que ninguna de estas mascarillas ¡está hecha para niños! Monstruoso ridículo.

Los cazadores pertenecen al gremio de los felizmente reinantes que se niegan a ofrecer la identidad del presunto (si es que es presunto que, a lo peor, es directamente inexistente) “comité de sabios” que concuerda en cuándo tenemos que salir de nuestros zulos y en qué condiciones debemos hacerlo, y del ministro Illa que, con un desahogo impertérrito que ya  ha hecho fortuna entre sus imitadores, se opone a desvelar a quiénes y a qué precio ha comprado sus elementos de protección, los más de las cuales están más averiados que el tren que lleva a los cántabros de Palencia a Santander. Pero, por si acaso es auténtica la lista de los “asesores científicos” de los que Sánchez presume, no me resisto a difundir lo que ya se está conociendo; a saber diez de ellos (o ellas, ¡por Dios feministas de pitiminí nos os tiréis a la carótida!) son altos cargos del Partido Socialista, que dos son de Podemos, que otro par pertenece al selectísimo club de colaboradores del periódico oficial, y que los dos últimos están directamente enchufados por el presidente Sánchez. Si es auténtica, esta es la lista de asesores independientes que programan nuestras salidas, nuestros contactos y hasta nuestra Hacienda, con permiso, claro está, de la confiscatoria Montero.  A la izquierda le salió pintiparada la caza de Cristina Cifuentes, con el auxilio, desde luego de Ciudadanos, y ahora ensaya una moción de censura para arrastrar a la “Niña Ayuso” a las tinieblas exteriores, para colocar a Gabilondo de presidente, y para forzar el trasvase del equipo de Aguado a las lindes del PSOE, donde sería bien recibido aunque -esto lo tendrían que saber los gestores del engendro- Sánchez paga mamporreros, traidores menos que hayamos conocido.

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