La casa de la libertad

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Acabo de regresar de Guatemala de unos seminarios en los que he tenido la oportunidad y el honor de participar, organizados por la Universidad Francisco Marroquín (UFM) y Liberty Fund, sobre libertad, propiedad y el medio ambiente, que se han desarrollado en Antigua de Guatemala, en la Casa Popenoe, de la UFM, donde una docena de liberales, en términos clásicos o europeos hemos sido invitados para estudiar una serie de temas, analizar los problemas planteados y ver posibles soluciones desde un enfoque liberal.

La experiencia ha resultado maravillosa, tanto por la categoría intelectual de los asistentes -excluyendo a quien firma este artículo- como por la honda sensación de libertad que se respiraba en las discusiones y planteamientos, que emanan tanto del objeto fundacional de Liberty Fund -fundada por Pierre F. Goodrich para difundir las ideas de la libertad- como por la razón de ser de la UFM, que no es otra que la defensa permanente de la libertad, siempre desde el rigor y la verdad intelectual.

Esa sensación de libertad, de excelencia en la formación, de inculcación de la idea de espíritu de sacrificio, de esfuerzo y de la enseñanza de las convicciones que nos hacen libres frente al intervencionismo que trata de adocenar a los individuos, quitarles su responsabilidad, su criterio y su capacidad de decisión, es algo que se respira tanto en estos coloquios como en el campus de la UFM en Ciudad de Guatemala, maravillosa estética, urbanística y paisajísticamente, pero mejor todavía en la impronta de la libertad que dicha universidad, dirigida por el rector Cayo Castillo, cuyos coloquios junto con Liberty Fund, llamados Exploraciones sobre Libertad, los organiza y dirige el secretario general de la UFM, Ramón Parellada, rezuma por todos sus poros. Sin duda, la UFM constituye la auténtica Casa de la Libertad, un éxito como universidad.

Esta labor que realiza la UFM es importantísima no sólo en Hispanoamérica o en todo el continente americano, sino en todo el mundo, con su posición inquebrantable en defensa del individuo, de su capacidad de decidir, de la limitación de la intromisión del Estado en la vida de familias y empresas. Con delegaciones en formato de campus en Panamá y también en Madrid, expande dichos ideales por todo el mundo, siendo un referente no sólo por su doctrina liberal clásica o europea -sin etiquetas, pues defiende las ideas de los escolásticos, de los liberales, de los neoclásicos o de los austriacos- sino, además, por su altísima calidad -de completa excelencia- en el ámbito educativo, mientras enarbola la bandera de la libertad.

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