Bennifer: razones para divorciarse ‘ipso facto’

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Mi amiga Zoe dice que la pareja del siglo XXI se encuentra en el ocaso, en una especie de caída libre o decadencia del Imperio Romano. Me encanta este último concepto, la pareja heteronormativa y patriarcal es algo que indudablemente funcionó a nuestras abuelas (cada uno a su rol) pero en el siglo XX comenzó a hacer aguas y en el momento actual nos llega (el agua) por la nariz, donde muchos ya no pueden respirar.

Como cada verano, en vacaciones las parejas se crispan más, se ha separado mucha gente, entre ellos Jennifer López y Ben Affleck; conocidos como Bennifer. La pareja se reconcilió en 2021, casi dos décadas después de su primera ruptura en 2004, y se casaron. Pero Jennifer acaba de presentar la demanda de divorcio, coincidiendo con el segundo aniversario de su ostentosa boda mientras vuelan los rumores que vinculan a Affleck con la atractiva Kick Kennedy, hija de Robert F. Kennedy Jr.

La prensa internacional se pregunta qué pasó realmente para que haya durado tan poco esta carísima y apasionada historia de amor hollywoodiense,  yo me imagino que les ha pasado lo que le pasa a todo el mundo. ¿Cuántas parejas sanas conocen?

Las hay, sin duda, pero me encantaría, y probablemente lo haga, escribir un libro entre el humor, la filosofía moderna y la autoayuda que se titule Hay que querer mucho a un hombre para vivir con él.

En efecto, para soportar el machismo inherente, lo sepan o no, hay que estar enamorada como una perra, con las hormonas disparadas, inmanejables, y segregando dopamina y oxitocina compulsivamente. Porque esa es la única manera de pasar por alto todas las cosas que son necesarias pasar por alto en la convivencia con un varón, si una sabe donde tiene la nariz (hay mucha incauta por ahí).

Y no hablo de casos graves, hablo de hombres que ponen el lavaplatos, por supuesto, como si eso fuera todo.

Si descendemos un peldaño más hacia el infierno, también hay relaciones que deberían terminar por su alto nivel de abuso psicológico (por parte de ambos miembros), si no físico. Ya saben:

-No me gusta nada ese vestido que te has puesto, te hace mayor, ¿No irás a comer pan?

Pero hoy no vengo a hablar de los maltratos evidentes, sino de desconsideraciones o licencias que algunos se permiten en la vida de pareja y que a mi parecer son intolerables.

Convivir es complicado (aguantarse a uno mismo tampoco es fácil…) y en todo cohabitante de más de una semana existen motivos para separarse. Analicemos, sin recato, y refresquemos, por amor al conocimiento y la verdad, algunos clásicos parejiles inadmisibles.

Mentiras: no sé qué es más difícil, soportar a un mentiroso o a un amante de la verdad. Lo que parece claro es que tanto para decir verdades como para decir mentiras es necesario ser inteligente. Detesto al sincericida, pero si uno no puede confiar en su pareja lo más aconsejable es desparejarse.

Deslealtades: Decía Dumas (hijo) que «El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo, tres». La infidelidad está muy fea, no la queremos,  pero aún peor es la falta de compañerismo y produce parejas más desgraciadas. ¿Nunca han presenciado a esas personas que se validan socialmente ridiculizando o contrariando a sus «amores» en público? Hay pocos espectáculos de mayor obscenidad.

Hiposexualidad, ineptitud o egoísmo sexual: Nos besamos en el ascensor, apenas podemos introducir la llave en la cerradura de casa, no podemos dejar de besarnos… Nos desnudamos a medias, estrictamente lo necesario, no hay tiempo para tanto deseo, sientes que has nacido para estar aquí y ahora, en este momento, abrazada a este ser adictivo y esta cadencia que te domina, eres violentamente feliz… Y esto no ha hecho más que empezar, o eso creías tú.

-Pero, ¿ya está?

Mamilones o mamilonas:

-Querido, he reservado en ese restaurante que nos encanta…

-Espera, voy a llamar a mamá, a ver si le parece bien. […] Dice que es muchísimo mejor el de la plaza y que no comamos marisco que nos va a sentar mal. Y que no se nos ocurra bañarnos sin haber hecho la digestión. Y que no se te olvide darme la crema factor 50 en la nariz, que luego me quemo. Y qué luego nos llama.

Trastornos Mix: Hay enfermedades incurables y complejísimas como la depresión, la esquizofrenia o la paranoia que afectan directamente a la convivencia… Son incontables las patologías que pueden acabar con la felicidad de una pareja entre drogas, alcohol, ludopatía… O las muchas clases de descontrol de impulsos. Da un tiempo de cortesía, pero no olvides que no eres enfermera ni una santa. ¡Íbamos a estar aquí!

Campechanos/as: Los enamorados han de combatir sin tregua un monstruo que todo lo devora, la confianza. Si se ha preparado un café con leche y está dando cuenta de él con la cucharilla dentro mientras se sienta en el sofá en calzoncillos dispuesto a pasar la tarde acariciándoos alternativamente a ti y a los dedos de sus pies, lárgalo de inmediato, o escapa. Si le gustan los chascarrillos sexuales o escatológicos, ¡es tonto! Con el debido respeto, si son ustedes simples (tener un humor elemental, implica serlo) háganse un favor y disimulen, el mayor tiempo posible.

Jetas: Uno de los peores atributos en la convivencia es la suciedad (en la cama, no hay problema) y el desorden. El holgazán, bolsa en Venezuela, huevón en Chile y desobligado en México, dejará el tetrabrik de leche o zumo vacío en la nevera, abrirá los cajones y portezuelas, pero no los cerrará, mojará los espejos de todos los baños y en definitiva, acabará con el orden y la armonía a su paso… ¡Pasaporte!

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