Ayusomanía vs Génova
Continuando con el tema de la Ayusomanía que me viene ocupando ya tres semanas, creo que vale la pena dedicar un artículo a confrontar a Ayuso con la dirección nacional del PP. Como todo el mundo sabe, Ayuso fue la elegida de Casado, y por ello siempre se ha negado que haya diferencias entre el PP de Casado y ella. Sin embargo, los últimos meses hemos apreciado diferencias incuestionables. Por un lado, Ayuso se ha convertido en un ente comunicativo con vida propia hasta convertirse en lo más odiado por la izquierda, lo cual le ha dado una popularidad imprevista. Por otro, Pablo Casado decidió el pasado otoño “romper con Vox”, lo cual es percibido como un rechazo a sus electores (Cayetana Álvarez del Toledo -CAT- dixit), algo que Ayuso no osa hacer. A diferencia de su líder nacional, la madrileña no corre por el “tablero inclinado” (otro concepto de CAT) diseñado por la izquierda. Mientras Casado juega a lo que las redes llaman “centro centrado”, Ayuso va a lo suyo: contundencia sin complejos ante la izquierda (pero sin asumir el programa de Vox, como expliqué la semana pasada).
Pese a la incuestionable diferencia, Casado y su corte han acudido a subirse al carro ganador, igual que se subieron al carro ganador de Feijoo antes del verano. Con tal de ganar, da lo mismo una cosa que otra. Y mientras bandazo va, bandazo…el elector desconcertado, va y viene también a su aire del PP hacia Vox y vuelta según la ocasión.
Y es que el PP a nivel nacional es un proyecto contradictorio: aboga por la unidad nacional, pero potenciando las autonomías; quiere proteger la lengua española, pero con una política lingüística nacionalista en los territorios bilingües; dice que quiere acabar con el socialismo, pero se somete al patrón de gasto socialdemócrata; dice que quiere bajar los impuestos, pero solo lo hace de modo sensible en Madrid, y siempre “para aumentar la recaudación” (consolidando siempre el modelo socialdemócrata). Esta contradicción tiene un componente territorial importante: el discurso liberal madrileño no es secundado por los hechos a nivel nacional, lo cual hace que el PP de Madrid y el de Galicia o Castilla y León se parezcan como un huevo a una castaña. ¿Se puede construir así un proyecto nacional? Es evidente que no, pero Casado insiste: hace unos días decía que aspira a ser la media entre Feijoo y Ayuso. Aunque ambos proyectos coherentes usan la marca PP y son capaces de triunfar en sus zonas, será muy complicada la victoria nacional hasta que el proyecto no resulte algo más claro que la media entre un huevo y una castaña.
En suma Ayuso ha puesto de manifiesto una vez más la falta de profundidad de Casado. Un líder que es mucho más conservador que Ayuso, menos populista, y seguramente mucho más cercano al programa de fondo de Vox que la líder cuya valentía encandila hoy a la derechota cañí. Pero un líder, en fin, que antepone conservar y aumentar el poder a la coherencia de su discurso, sin darse cuenta de que mientras gana pequeñas parcelas puede estar perdiendo la parte fundamental. Subirse ahora al carro de Ayuso resulta incoherente porque ella es capaz de competir con rumbo fijo, pero Casado, con sus afanes de hacer la media oportunista, no. Así las cosas, por muy bien que salga lo de Madrid (donde Casado hoy resta votos al PP), dudamos de que vaya a ser el comienzo de la caída de Sánchez mientras su alternativa sea tan veleta (aunque sea azul y no naranja).
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