Opinión

Una autonomía en horas bajas

Ante las últimas intromisiones del Gobierno central en competencias de la autonomía balear, me ha llamado poderosamente la atención el silencio atronador de mis colegas de Més per Mallorca, con Lluís Apesteguia en el papel de cartujo prior. En cuestión de días y después de que el Tribunal Constitucional se haya cubierto de gloria al amnistiar la corrupción del PSOE andaluz a cuenta de los ERES que por lo visto nunca existieron, el Gobierno central ha decidido desenterrar el hacha de guerra contra el Govern balear amenazándolo con llevar al Constitucional algunas de sus últimas medidas legislativas.

El Constitucional quiere evaluar la inconstitucionalidad de la derogación de la ley de memoria histórica, la inconstitucionalidad de la legalización de edificaciones fuera de ordenación, como plantea la ley ómnibus de simplificación administrativa, la inconstitucionalidad de la eliminación de la Oficina Anticorrupción y la inconstitucionalidad de la derivación de los turistas extranjeros europeos o británicos a clínicas privadas de Baleares. Quienes se han ciscado hace años en la Constitución Española, incumpliéndola, desnaturalizándola y deformándola en sus pilares fundamentales para ponerse al servicio de sus declarados enemigos, ahora resulta que blanden la inconstitucionalidad como instrumento para torpedear las medidas del Govern en una perversa invasión de competencias. Ahora va a resultar que, con el Tribunal Constitucional bajo su dominio, los socialistas nos van a dar lecciones a todos sobre constitucionalidad.

El Partido Popular, que entregó hace tres años el Tribunal Constitucional a los socialistas en uno de estos pactos de Estado de los que se sienten tan orgullosos sin valorar a quién tienen enfrente, está empezando a degustar los frutos de sus pactos de Estado con este otro gran partido de Estado (Feijóo dixit) que es el PSOE. En parte, se lo tienen bien merecido.

Está claro que los socialistas le van tomando la medida a una Marga Prohens sumisa a Núñez Feijóo y a sus pactos de Estado con el PSOE de Pedro Sánchez. Para agradar a su jefe de Madrid, la campanera consiente romper con Vox Baleares y ponerse campanuda tras aceptar a diez menas con cuya acogida no estaba en principio de acuerdo y, luego, sin venir a cuento, cambia de opinión y se niega a aceptar más menas en las Islas invocando una supuesta «excepcionalidad balear». En fin. Parece que el grado de provincianismo superlativo afecta a todos los partidos en Baleares, no sólo a Vox (a quien se le presupone, claro), sino también a los muy autonomistas PP y PSOE, genuflexos también ante sus cúpulas madrileñas.

Y a todo esto, Apesteguia, tan raudo y veloz en denunciar los atropellos que sufrimos desde Madrid y tachar de provincianos a unos y otros a las primeras de cambio, de vacaciones sin abrir el pico ante semejante invasión de competencias que afecta no sólo al Govern, sino también al Parlament, cuya dignidad tanto ha defendido últimamente, sobre todo contra Gabriel Le Senne. Por lo visto, el de Deià no quiere perder el tiempo con bagatelas autonomistas: a buen seguro tiene puestas todas sus esperanzas en 2030 (¡ya queda poco!) cuando de la mano de Més per Mallorca el archipiélago celebrará por fin un referéndum para separarnos de España, tal como proponían las otrora optimistas huestes de Més en la cúspide del procesismo catalán sin que a día de hoy sepamos si han renunciado o no a dicho referéndum de autodeterminación.

Sólo así puede entenderse su ominoso silencio y que no haya salido a la palestra blandiendo la causa de la soberanía balear frente a las feroces injerencias de Madrid. Tanto tildar de «provincianos» al resto de partidos y ahora resulta que, ante semejantes atropellos, los de Més per Mallorca no tienen nada que decir. ¿O están de acuerdo con esta deslegitimación de Pedro Sánchez del Parlamento balear, sede de la soberanía regional?

Tampoco Apesteguia ha dicho ni mu en relación a la salida de Cataluña del sistema de régimen común del modelo de financiación autonómica, una salida que deja a Baleares junto con la Comunidad de Madrid como las dos únicas regiones que van a aportar a la tarta de la financiación autonómica. Eso significa que vamos a tener que rascarnos el bolsillo un poco más para financiar al resto de autonomías de régimen común (todas salvo el País Vasco, Navarra y ahora Cataluña), salvo que Pedro Sánchez decida poner más dinero encima de la mesa y compensar lo que va a dejar de poner Cataluña. Ni mu, oiga. Ante el deber de hacer prevalecer los intereses de Baleares sobre los de Cataluña, con intereses claramente contrapuestos, Més per Mallorca opta por un silencio estruendoso. Atronador. ¿Acaso los secesionistas de Més per Mallorca le deben una mayor fidelidad a la venerada Cataluña que la debida a Baleares de la que son representantes? ¿Qué intereses defienden los de Més? ¿Los intereses baleares o los intereses catalanes?

¡Vaya una autonomía tan poco apreciada de sí misma nos está quedando por parte de nuestros autonomistas de ocasión! La próxima vez que alguno de ellos invoque la autonomía y tache al adversario de centralista habrá que correrlo a gorrazos.