Madrid se tiñe de tradición mexicana con motivo del Día de los Muertos

Los altares y sabores de México para celebrar el Día de Muertos

día de muertos
Día de Muertos, México en Madrid
Sandra Quintana C

Madrid vuelve a abrir los brazos a la cultura mexicana. Octubre trae consigo la magia del Día de Muertos, una fiesta que ha traspasado fronteras y que, año tras año, gana adeptos en la capital española. No se trata de una moda pasajera: es un encuentro con la memoria, una manera de recordar a los que se fueron sin perder la alegría.

Desde hace días, varias instituciones madrileñas ultiman los detalles de sus altares, talleres y degustaciones. Las flores de cempasúchil, el incienso, las calaveras de azúcar y el Pan de Muerto empiezan a dejar su huella en calles, teatros y pastelerías. México se cuela así en la vida cotidiana de Madrid, con su particular forma de celebrar la muerte: entre color, respeto y música.

El altar de la Casa de México, un ritual que emociona

Uno de los lugares más esperados cada año es la Casa de México, en la calle Alberto Aguilera. Allí, el Altar de Muertos se convierte en una de las citas culturales más visitadas del otoño. El montaje de este año, es del diseñador Guillermo González, quien rinde homenaje al cabaret mexicano con un resultado sorprendente lleno de texturas, guiños al teatro clásico y luces cálidas.

González ha apostado por un diseño que combina sofisticación y emoción, en un recorrido que invita a la reflexión y a la celebración.

Las entradas para participar en las visitas guiadas se entregan de forma presencial del 11 al 14 de septiembre, aunque las visitas, de unos 25 minutos, se desarrollan en fechas posteriores. En ellas se explican los símbolos que componen el altar: el agua, el pan, las fotografías, las flores… Todo tiene un sentido. Todo habla de vida.

Cada edición atrae a miles de personas, madrileños y extranjeros que, entre curiosos y conmovidos, descubren una tradición que une arte, espiritualidad y memoria.

El sabor del Pan de Muerto, el alma de la fiesta

Pocos elementos son tan reconocibles como el Pan de Muerto. Redondo, con su bola en el centro y sus “huesos” cruzados, este dulce representa el ciclo de la vida. Su origen se remonta a los tiempos prehispánicos, cuando los pueblos ofrendaban pan de amaranto y miel a los dioses. Con el tiempo, la receta cambió: harina, azúcar, mantequilla y un ligero aroma de azahar.

En Madrid, cada vez más pastelerías se suman a la tradición. Este año lo elaborarán Pastelería Mallorca, PanMex y La Mallorquina, entre otras. También puede encargarse a través de tiendas en línea como PlacerEsMex, que se ha convertido en un referente para los amantes de la repostería mexicana.

Pero más allá del sabor, el Pan de Muerto tiene algo de ritual. Se comparte entre familia y amigos, se ofrece en los altares y se come en silencio o entre risas, recordando a quienes ya no están. En ese gesto sencillo —partir un trozo de pan— hay un vínculo invisible entre dos mundos.

El Centro Cultural de la Villa se une a la celebración

El Teatro Fernán Gómez – Centro Cultural de la Villa, en la plaza de Colón, también se viste de México. Su Altar de Muertos podrá visitarse del 31 de octubre al 2 de noviembre y vendrá acompañado de talleres para todas las edades. Habrá maquillaje de catrinas, creación de marionetas y actividades donde se explicará la historia y el significado de esta tradición.

Además, esos mismos días se representará la clásica obra Don Juan Tenorio, una costumbre madrileña de la víspera de Todos los Santos. Dos visiones distintas de la muerte, la mexicana y la española, se encontrarán así bajo un mismo techo.

Las actividades son gratuitas, y el ambiente promete ser festivo. Es habitual ver familias enteras participando, niños pintando calaveras o turistas sorprendidos ante la belleza de los altares.

Una cita que ya forma parte del calendario madrileño

El Día de Muertos en Madrid ya no es una curiosidad, sino una tradición más. Lo que comenzó como una pequeña muestra organizada por la comunidad mexicana se ha transformado en una celebración abierta, donde participan instituciones, artistas y vecinos.

En los altares no hay tristeza, hay luz; en los talleres no hay duelo, hay arte; y en el pan, un sabor que reconcilia el pasado con el presente.

Madrid adopta así un pedacito de México, no solo por su colorido, sino por la filosofía que encierra esta fiesta. Porque en el fondo, celebrar el Día de Muertos es celebrar la vida.

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