Coches

Los expertos alertan sobre el peligro que ocultan los lavaderos de coches y casi nadie conoce

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Lavar el coche es, para muchos conductores, un gesto rutinario. Sin embargo, detrás detrás de los lavaderos de coches, se esconde una amenaza silenciosa y persistente: los compuestos perfluoroalquilados y polifluoroalquilados, más conocidos como PFAS o «químicos eternos», los cuales no se degradan en la naturaleza. Una vez liberados, pueden permanecer activos durante décadas, viajando por el aire, el agua y el suelo hasta infiltrarse en los ecosistemas y, finalmente, en nuestro propio organismo.

La Agencia de Protección Ambiental (EPA) estadounidense ha revelado la presencia de PFAS en las aguas residuales de lavaderos de coches, superando incluso los límites considerados seguros por las autoridades ambientales. En algunos estados ya se han empezado a tomar medidas para regular el uso de productos que contengan «químicos eternos». Sin embargo, la regulación todavía es insuficiente.

El riesgo de los ‘químicos eternos’ en los lavaderos de coches

«Las sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS) son una gran familia de sustancias químicas sintéticas ampliamente utilizadas por toda la sociedad que se encuentran en el medio ambiente. Todas ellas contienen enlaces carbon-flúor, que son unos de los enlaces químicos más fuertes de la química orgánica. Esto significa que resisten la degradación cuando son utilizados y también cuando se encuentran en el medio ambiente. La mayoría de las PFAS se propagan fácilmente en el medio ambiente, cubriendo grandes distancias desde la fuente de liberación.

Se ha podido comprobar con frecuencia que las PFAS contaminan las aguas subterráneas y superficiales y el suelo. La limpieza de zonas contaminadas es cara y técnicamente difícil. Si continúan las liberaciones, las PFAS continuarán acumulándose en el medio ambiente, el agua potable y los alimentos», alerta la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas.

Los PFAS se denominan «químicos eternos» por una razón muy simple: su estructura molecular, compuesta por enlaces carbono-flúor extremadamente estables, los hace casi imposibles de destruir. Esa persistencia se traduce en bioacumulación: una vez que entran en el cuerpo humano, tienden a quedarse durante años. Los efectos de la exposición prolongada incluyen cáncer de riñón y testículos, alteraciones hormonales, daños hepáticos y problemas en el desarrollo infantil. Además, se sospecha que estos compuestos pueden debilitar el sistema inmunológico.

La ruta que siguen los PFAS desde el lavadero de coches hasta el agua que bebemos es muy corta. Las plantas de tratamiento convencionales no están diseñadas para eliminarlos, por lo que una parte importante de estas sustancias termina infiltrándose en los acuíferos. En zonas donde el agua subterránea se usa para consumo humano, los riesgos son evidentes.

Respuesta científica y regulatoria

Ante la creciente evidencia, organismos internacionales han empezado a reaccionar. La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) inició un proceso de restricción para limitar el uso de PFAS en productos de consumo, incluidos los limpiadores industriales. La Unión Europea también está valorando una prohibición progresiva de más de 10.000 compuestos de esta familia química, aunque la medida enfrenta resistencia por parte de algunos sectores industriales que dependen de sus propiedades únicas.

Posibles alternativas

Algunos fabricantes ya están desarrollando productos de limpieza biodegradables y libres de PFAS, basados en surfactantes naturales o siliconas modificadas. «Existe una falsa percepción de que los productos ecológicos no limpian igual o son menos efectivo. La realidad es que la industria dispone de alternativas seguras, pero el mercado sigue demandando brillo rápido y repelencia al agua, que solo se consiguen fácilmente con los PFAS», comentan los expertos.

Por otro lado, recomiendan algunas medidas sencillas para reducir el impacto ambiental de los lavaderos de coches:

La eliminación total de los PFAS del mercado no será inmediata, pero su uso en productos cotidianos debería eliminarse progresivamente. La Comisión Europea ha señalado 2030 como el horizonte para una regulación más estricta, aunque los plazos podrían variar.

Mientras tanto, la comunidad científica insiste en la necesidad de mejorar la monitorización ambiental, identificar las fuentes de contaminación y acelerar el desarrollo de tecnologías que permitan degradar estos compuestos de forma segura. Algunos laboratorios ya están experimentando con procesos de oxidación avanzada y microorganismos modificados capaces de romper los enlaces carbono-flúor.

En definitiva, los lavaderos de coches podrían estar contribuyendo a uno de los mayores problemas ambientales del siglo XXI. Para frenar la expansión de los «químicos eternos», será necesario llevar a cabo una serie de cambios en la industria, en las políticas públicas y en nuestros propios hábitos como consumidores.

«La realidad es que la industria dispone de alternativas seguras, pero el mercado sigue demandando brillo rápido y repelencia al agua, que solo se consiguen fácilmente con los PFAS. La transición requiere educación, incentivos y, sobre todo, regulación».