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El pueblo de Madrid con un permiso rarísimo del Vaticano: los viernes…

Un pueblo a más de 30 km de Madrid en el que se permite hacer algo que en el resto de España no se hace

Tiene que ver con el Viernes Santo y todo gracias a una bula papal

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La Comunidad de Madrid está llena de historia, cultura y tradiciones que se mantienen vivas a través de los siglos. Cada uno de sus pueblos y municipios cuenta con un legado que, a menudo, esconde anécdotas y curiosidades únicas. Desde nombres pintorescos como Chinchón o Villaconejos hasta lugares con profundas raíces históricas, cada rincón ofrece algo especial. Sin embargo, entre todos ellos, hay un pequeño pueblo que sobresale no sólo por su historia, sino por un privilegio excepcional que lo distingue del resto de España: Meco, el pueblo de Madrid con un permiso rarísimo del Vaticano.

Meco, situado a escasos 35 kilómetros de la capital, es conocido por muchos por su proximidad a la cárcel de Alcalá-Meco, una de las más famosas del país. Con una población de poco más de 15.000 habitantes, es un lugar tranquilo que sin embargo alberga una curiosidad que ha trascendido generaciones y que lo convierte en un caso único en toda España: los habitantes de Meco tienen un permiso especial otorgado por el Vaticano que les permite comer carne los viernes de Cuaresma. Este privilegio, sin duda insólito en un país mayoritariamente católico, tiene su origen en una bula papal que fue emitida siglos atrás. Pero, ¿por qué Meco recibió semejante concesión? ¿Qué circunstancias llevaron a este pequeño pueblo a ser eximido de una de las normas más estrictas de la Iglesia Católica? La respuesta a estas preguntas nos lleva a tiempos antiguos, cuando la influencia de un noble y su relación con el Papa cambiaron el destino de los habitantes de esta localidad madrileña.

El pueblo de Madrid con un permiso del Vaticano

El pueblo de Meco es el único de España en el que sus habitantes pueden comer carne los viernes de Cuaresma sin infringir las normas de la Iglesia Católica, gracias a un privilegio concedido por el propio Vaticano. ¿Cómo es posible que este municipio goce de tal excepción? La respuesta nos lleva hasta la Corte Romana y un conde con conexiones influyentes.

La historia detrás de este permiso singular se remonta a finales del siglo XV, cuando Íñigo López de Mendoza y Quiñones, segundo conde de Tendilla y señor de Meco, jugaba un papel clave en la política de la época. Este noble, al servicio de los Reyes Católicos, fue embajador ante el papa Inocencio VIII. Durante su misión, logró establecer una relación privilegiada con el Papa, lo que le permitió obtener ciertos favores, no sólo personales, sino también para los territorios bajo su señorío.

El conde de Tendilla, en su papel diplomático, consiguió importantes acuerdos entre el Vaticano y la Corona Española, como el tratado de paz con Nápoles y la renovación de la bula favorable a la cruzada de 1482. Como reconocimiento a estos servicios, Inocencio VIII concedió a Meco un privilegio único: una bula que permitía a los habitantes de este municipio comer carne los viernes de Cuaresma, algo que en el resto de España sería considerado una falta grave.

¿Por qué Meco y no otro pueblo?

La explicación tradicional para este permiso es bastante práctica. Meco, situado en el centro de la Península Ibérica, estaba demasiado lejos del mar como para recibir pescado fresco de manera regular. En una época en la que la infraestructura de transporte era precaria y el pescado llegaba en condiciones dudosas, la población se veía obligada a cumplir con el ayuno cuaresmal sin acceso a productos marinos. Ante esta situación, el conde solicitó al Papa una solución para que los habitantes de Meco no tuvieran que pasar hambre los viernes de Cuaresma.

Sin embargo, la bula papal no se concedió solo por razones geográficas. La influencia de Íñigo López de Mendoza en la Corte Romana fue determinante para que este favor fuera otorgado. Como reconocimiento a su labor diplomática y a sus éxitos al servicio de los Reyes Católicos, el Papa no sólo le concedió este peculiar privilegio para Meco, sino que también le entregó una espada ceremonial, que aún se conserva en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Las versiones sobre el origen del permiso

Aunque la versión más aceptada atribuye el privilegio al papa Inocencio VIII y a finales del siglo XV, hay quienes señalan una teoría alternativa. Según algunos, el papa Clemente XIV, ya en el siglo XVIII, fue quien otorgó el permiso, también como respuesta a la falta de pescado fresco en Meco. Esta versión, aunque menos popular, añade otra capa de misterio a la ya fascinante historia del pueblo madrileño.

Lo que no cambia en ninguna versión es el hecho de que Meco es el único lugar en España donde sus habitantes pueden disfrutar de carne los viernes de Cuaresma sin preocupaciones religiosas. Este hecho ha dado incluso lugar a una curiosa frase hecha: «no le valdrá la bula de Meco», utilizada para indicar que alguien no se librará de un castigo a pesar de intentarlo.