Internacional

La niña de 12 años asesinada en Francia apareció con los números 1 y 0 inscritos en el torso

Conmoción en Francia por el asesinato de Lola Daviet, una niña de 12 años. La pequeña desapareció el pasado viernes cuando volvía del colegio y horas después apareció muerta en una maleta de plástico en el 19º distrito de París, muy cerca de la banlieue, como se conoce al peligroso extrarradio de París. Todo lo que rodea al caso es un misterio, como que en su torso aparecieron inscritos los números 1 y 0.

De momento se desconoce el móvil del crimen pero las autoridades francesas han detenido a cuatro argelinos, dos hombres y dos mujeres de 24 a 43 años de edad, procesados por el asesinato de la menor «con actos de tortura y barbarie».

La autopsia de la menor ha revelado que murió por asfixia. Tenía marcas de ligaduras en las muñecas y los tobillos y un profundo corte en el cuello, tanto que la cabeza estaba casi desprendida del cuerpo. Además, tiene los números 1 y 0 en el torso, pero se desconoce por qué.

Los agentes no han confirmado aun el móvil del crimen pero se baraja que pudiera ser por tráfico de órganos. Esta teoría estaría apoyada por algunas de las declaraciones de la presunta autora del secuestro. Se trata de una joven de 24 años que fue vista el viernes por la noche arrastrando la maleta y ofreciendo «mucho dinero» a un transeúnte par ayudarla, y mencionó el tráfico de órganos.

El cuerpo de la niña fue encontrado por un vagabundo de 42 años en el patio interior del edificio donde se encuentra la casa familiar dentro de una maleta. Un vecino del barrio confesó a la Policía que horas antes una joven le pidió ayuda para mover un baúl y su descripción era la misma a el que estaba Lola. Los agentes inspeccionaron las cámaras y arrestaron a la sospechosa y a otras tres personas, todas de origen argelino.

La principal sospechosa, la joven de 24 años, fue grabada perfectamente por las cámaras del barrio. Los testigos aseguran que «parecía un poco loca, con la cara llena de maquillaje». Dicen que entró al edificio ella sola, salió con una maleta y pidió a todo el que se cruzaba que la ayudara. «Luego fue a la panadería de enfrente del café a comprar un croissant, volvió como si nada, se la veía un poco inestable», narra un testigo.