Netanyahu se queda sin opción de formar Gobierno en Israel
Apenas un año después de las últimas elecciones parlamentarias en Israel, parece que nada ha cambiado en el panorama político del Estado judío. Cuando el pasado 6 de abril recibió el encargo de formar Gobierno por sexta vez en su dilatada carrera política, tras semanas de intrigas, discusiones en los pasillos y rumores a veces contradictorios, el primer ministro más longevo de la historia de Israel no logró reunir una mayoría de 61 diputados para formar un ejecutivo viable. Poco antes de la medianoche, Benjamín Netanyahu informó a la presidencia de que no podía formar Gobierno y, por tanto, devolvía el mandato al presidente, Reuvén Rivlin.
En las últimas semanas, el bloqueo en el panorama político israelí es, una vez más, una realidad. Netanyahu ha intentado formar un «Gobierno de derechas» contando con sus aliados en los partidos ultraortodoxos, las formaciones de derechas como Yamina, liderada por Naftalí Benet, con 7 escaños y del Partido Sionista Religioso, con 6 escaños, fuertemente racista y antiárabe, no ha conseguido atraer a más socios de los tradicionales, con las negociaciones estancadas desde hace semanas. Pero incluso con la suma de estos apoyos, su resultado político se quedó en 59, a dos diputados de la mayoría parlamentaria. Para intentar alcanzar este umbral, el primer ministro trató sin éxito de repatriar a los miembros de la franja de derecha que habían abandonado el Likud para formar el partido conservador «Nueva Esperanza», y cortejó al partido islamista Raam liderado por Mansour Abbas con 4 escaños, hecho que enfureció a la extrema derecha cerrando las puertas a una posible unión entre los partidos islamistas y judíos religiosos de Israel.
Israel se encuentra a las puertas de unas quintas elecciones. Si Netanyahu no logra el aval de la mayoría absoluta de la Cámara, el presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, tiene la opción de encargar al centrista Yair Lapid, líder del segundo partido más votado el Yesh Atid, con 17 escaños, la formación de un Gabinete de amplia coalición. Lapid- que tampoco tiene una mayoría clara- encabeza el “bloque del cambio”, una amalgama de más de siete formaciones de ideología muy diversa que van de la ultraderecha, centro e izquierda, pero están unidas en su oposición a Netanyahu. Con todo, las extremas diferencias parecen una dificultad para formar una colación opositora, dado que requiera el apoyo de la menos un partido árabe al mismo tiempo que de una o dos formaciones de extrema derecha sionista.
La esfera política de Israel es más que convulsa, la composición de una coalición es una carrera de obstáculos constante, una vez reunidos los votos claramente «anti-Netanyahu» de la izquierda, el centro y la derecha, con una mayoría justa en el Parlamento, con 51 diputados este «bloque del cambio» puede aspirar a controlar la presidencia de la Cámara. Pero, necesitaría reunir otros 10 escaños de partidos árabes (10 elegidos en total) o de la formación de derecha radical Yamina, liderada por Naftali Bennett, pese a tener solo siete escaños, es un actor clave que podría decantar la balanza a favor de Netanyahu o sus opositores, y durante este tiempo ha negociado también con el bloque opositor que lidera Lapid y congrega una amalgama de partidos, de ultraderecha a centroizquierda, contrarios al actual primer ministro
Hasta ahora, ni el bloque de Netanyahu ni el opositor garantizan una mayoría absoluta de 61 diputados de los 120 del Parlamento israelí (Knéset) necesarios para crear Gobierno de colación. La sorpresa de hoy fue cuando el partido Likud de Netanyahu pretendió llevar al Comité parlamentario una propuesta legislativa para permitir unas elecciones directas a primer ministro, lo que daría al actual jefe de Gobierno más posibilidades de renovar el cargo, ya que su formación fue la más votada en marzo.
Pero una vez reunidos los votos claramente «anti-Netanyahu» de la izquierda, el centro y la derecha, el contador de este «bloque del cambio» se detiene en 51 diputados. Por tanto, necesitaría reunir otros 10 escaños de partidos árabes (10 elegidos en total) o de la formación de derecha radical Yamina, liderada por Naftali Bennett, a quien Netanyahu llegó a ofrecer el lunes, sin éxito, el puesto de primer ministro en una rotación de poder. Benet, con sus 7 escaños podría decantar la balanza, pero no alcanzó un acuerdo con Netanyahu y rechazó la propuesta de ocupar la jefatura de Gobierno durante el primer año, en virtud de un acuerdo de rotación. Ahora podría apoyar a Lapid, que si recibe el mandato tendrá la difícil tarea de agrupar a un variopinto conjunto de partidos con planteamientos casi contrapuestos.
Si la oposición consigue formar gobierno, quedará atrás una página de la historia de Israel con la salida de Benyamin Netanyahu, que ha pasado los últimos 12 años en el poder. Si no, los israelíes se arriesgan a volver a las urnas por quinta vez en poco más de dos años. Ante todo, el panorama político de Israel es incierto y parece que seguirá marcado por la incertidumbre.