Irak tiene nuevo candidato a ser primer ministro
Este jueves, Adnan al-Zurfi, el que era candidato a formar gobierno, no ha recibido la confianza del Parlamento. Como consecuencia, el presidente Barham Saleh se ha visto en la obligación de encomendar la tarea a otra persona, la tercera que intentará tomar las riendas de la vida política iraquí en menos de medio año. Se trata de Mustafa al-Kazemi, que, hasta el momento, se ha desempeñado como director del Servicio de Inteligencia Iraquí (IIS, por sus siglas en inglés).
En razón del cargo que ha venido detentando, Al-Kazemi conoce bastante bien los entresijos del complejo panorama político iraquí, basado, en muchas ocasiones, en las lealtades de carácter étnico religioso y en pactos bajo mano. Su figura es vista como un perfil más bien técnico, alguien que ha conseguido ser apolítico en medio de un mar de sectarismo y que, en teoría, podría ganarse la confianza tanto de suníes como de chiíes.
Sin embargo, una impresión parecida se tenía de Al-Zurfi, su predecesor, y el resultado no ha sido nada satisfactorio. Al-Kazemi tendrá que pelear muy duro si quiere obtener los apoyos necesarios para formar un gabinete estable y duradero. Dispone para ello de un plazo de treinta días antes de la votación en sede parlamentaria. En principio, cuenta con el respaldo de la Coalición de Fuerzas Iraquíes, el bloque más grande del ala suní, y algunos partidos chiíes, como Fatah y el conglomerado Estado y Ley del ex primer ministro Nouri al-Maliki, según informa el diario Middle East Eye.
Interinidad e inestabilidad
Cabe recordar que, actualmente, quien sigue a cargo del Ejecutivo es, en teoría, Mahdi. A pesar de que dimitió el año pasado, la incapacidad de sus sucesores para asentarse en el puesto de primer ministro ha provocado que deba seguir ejerciendo como tal en funciones.
De fondo, la crisis económica y social en que está sumido el país continúa haciendo mella en la población. Las protestas de los ciudadanos -que, de hecho, propiciaron la dimisión de Mahdi- no se detienen. Es más: son azuzadas por voces prominentes de la esfera pública, como el influyente ayatolá Ali al-Sistani, una de las figuras más destacadas de le jerarquía religiosa chií de Irak.
Independientemente del provecha que intenten sacar los clérigos chiíes de estas circunstancias, lo cierto es que el rechazo a la clase política es generalizado entre amplios sectores de la población, especialmente entre los jóvenes. Muchos de ellos ya han regresado a las calles con pancartas en las que aparece tachada la cara del recién nominado Al-Kazemi.
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