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Hallazgo espeluznante en Jerusalén: encuentran el esqueleto de un monje encadenado, y resulta ser una mujer

  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

Un estudio publicado en el Journal of Archaeological Science: Reports, ha revelado que un esqueleto encontrado en las cercanías de Jerusalén, que se creía pertenecía a un monje bizantino del siglo V, era en realidad de una mujer.

Este hallazgo cambia las concepciones tradicionales sobre el ascetismo femenino en el cristianismo primitivo. Por otro lado, ha generado un intenso debate y abre nuevas interrogantes sobre el papel de las mujeres en las prácticas religiosas extremas de la época.

¿Dónde se ha encontrado este esqueleto perteneciente a una mujer?

Las excavaciones se llevaron a cabo en Khirbat el-Masani, un antiguo monasterio bizantino situado a pocos kilómetros de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Este monasterio, que data de entre los siglos IV y VII d.C., se encontraba en un punto estratégico para la peregrinación cristiana hacia Jerusalén, que en ese período se había convertido en un importante centro religioso.

Los monasterios de la zona servían como refugio para los peregrinos. En este contexto, el hallazgo de una mujer asceta sugiere una participación femenina más activa y rigurosa en estas comunidades de lo que se pensaba.

Dentro del monasterio, los arqueólogos descubrieron varias tumbas, pero una en particular captó su atención: un entierro donde el individuo había sido envuelto en cadenas, una práctica ascética que simbolizaba el sacrificio del cuerpo y el desapego del mundo material.

Tradicionalmente, este tipo de penitencia se ha asociado con los anacoretas masculinos, por lo que los arqueólogos asumieron inicialmente que los restos pertenecían a un hombre. Las cadenas, compuestas por grandes anillos de hierro, estaban enrolladas alrededor del cuello, los brazos y las piernas del esqueleto.

Este tipo de mortificación era practicado por algunos ascetas cristianos de la época, quienes usaban estos pesados grilletes como una forma de someter el cuerpo y el espíritu a la voluntad divina.

Sin embargo, la ciencia ha demostrado que esta tumba esconde una historia diferente. La pobre conservación de los huesos impidió una determinación ósea concluyente del sexo del individuo.

La clave que ha revelado que el esqueleto pertenece a una mujer

Dado que no fue posible aplicar los métodos osteológicos tradicionales, los investigadores utilizaron la proteómica del esmalte dental, una técnica avanzada que permite determinar el sexo biológico mediante el estudio de proteínas en los dientes.

En este análisis, examinaron la proteína amelogenina, que presenta diferencias entre los cromosomas X e Y. La ausencia de la variante masculina (AmelY) confirmó que el esqueleto pertenecía a una mujer.

Este hallazgo modifica la idea de que sólo los hombres practicaban el ascetismo extremo, como el uso de cadenas para restringir el movimiento. Aunque se conocen casos de mujeres nobles que fundaron monasterios y participaron en la vida religiosa, nunca antes se había identificado a una mujer que practicara la automortificación de forma tan radical.

Los historiadores han documentado figuras femeninas del cristianismo primitivo, como Melania la Joven, quien vivió en reclusión extrema. Sin embargo, hasta ahora no existían pruebas materiales de que algunas mujeres también adoptaran las formas más severas de penitencia.