Escalofriantes relatos sobre los Jíbaros, los reductores de cabezas
¿Has escuchado alguna vez hablar de la tribu de los Jíbaros, los indios reductores de cabeza? Aquí te lo contamos.
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Los pueblos Jíbaros son tribus de la región noroeste de la selva amazónica de Perú y Ecuador, conocidos por su antigua práctica de reducir las cabezas de sus enemigos. Incluso, después de las batallas, algunos líderes llevaban las cabezas de sus presas colgadas alrededor del cuello. Demostraban así a sus enemigos que eran guerreros muy hábiles y satisfacían a los espíritus de sus antepasados, quienes les habían enseñado cómo hacerlo.
Una cabeza reducida no podía vengarse
Los Jíbaros afirmaban que había un espíritu vengativo que habitaba el cuerpo humano, al que llamaban “muisak”. Por ello, cortaban la cabeza del enemigo y la convertían en “tsantsas” (cabeza reducida), lo que impediría que el espíritu usara sus poderes para vengarse.
¿Cómo reducían un cráneo los jíbaros?
El ritual ancestral de la reducción de cráneos consistía en cubrir con arena y rocas muy calientes la cabeza, hasta conseguir achicarla a un tercio de su tamaño. Los jíbaros debían ser muy precisos en los tiempos de cocción ya que, si se cocinaba poco, la cabeza quedaba pegajosa, y si se demoraba demasiado, perdía el pelo.
Las cabezas defectuosas eran descartadas, y servían de alimento para los animales o de juguete para los niños de la tribu. Sin embargo, también las comerciaban con turistas que las querían como recuerdo.
La venta de los tsantsas era muy lucrativa
Desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, este tipo de práctica creció de tal manera que llevó a las tribus Jíbaras a cometer terribles actos violentos, para poder continuar con los intercambios y mantener el “negocio”.
Los Jíbaros habían hecho sus propias conclusiones y empezaron a acechar y matar a cualquier persona, para poder fabricar tsantsas con los que intercambiar por otros objetos, como armas y cuchillos.
Pero llegó un momento en que tuvieron que hacer incursiones fuera de sus lugares habituales, porque sus intenciones habían trascendido y ya nadie intentaba acercarse a ellos.
La situación al fin fue controlada, después de la coordinación de esfuerzos realizados por los gobiernos de Perú y de Ecuador, que se responsabilizaron a la par, ya que las tribus Jíbaras ocupaban grandes extensiones de ambos países.
¿El pelo del bigote continuaba creciendo?
Según crónicas anónimas, un relato del padre Nandín, un sacerdote de Vigo que poseía una amplia colección de objetos etnográficos, que donó a la Casa de Caridad donde residía, es difícil de creer.
El sacerdote, presuntamente observó que, en los cráneos reducidos por los jíbaros que eran parte de la colección, el pelo del bigote, continuaba creciendo.
¿Cuál es tu opinión sobre este increíble suceso? ¿Crees que pueda haber sido real?
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