Cuadros de Goya: así fueron las obras que inmortalizaron el 2 de mayo

• Francisco María
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• • 02/05/2024 11:30
  • Actualizado: 02/05/2024 13:51

Los cuadros de Francisco de Goya son considerados verdaderas obras maestras de la pintura española y mundial. Su estilo único y su capacidad para plasmar emociones y momentos históricos han dejado un legado extraordinario que perdura hasta nuestros días. Entre sus obras más famosas se encuentran los cuadros que inmortalizaron el levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid, uno de los episodios más trascendentales de la historia de España.

El 2 de mayo de 1808, el pueblo madrileño se levantó en armas contra las tropas francesas que ocupaban la ciudad. La revuelta fue brutalmente sofocada por las fuerzas napoleónicas, pero dejó una profunda huella en la memoria colectiva de los españoles. Goya, que era el pintor de corte en aquel momento, decidió plasmar ese momento histórico en dos de sus obras más impactantes: «El levantamiento del 2 de mayo» y «Los fusilamientos del 3 de mayo».

La insurrección del 2 de mayo de 1808 inició la Guerra de Independencia Española y tuvo un testigo de excepción: Francisco de Goya (1746-1828). En sus propias palabras: “Siento ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”. Y lo hizo con creces.

Aunque Goya simpatizaba con las ideas liberales de Bonaparte, no dudó en denunciar, a través de dos de sus cuadros más importantes, las brutalidades cometidas por las tropas francesas el 2 y el 3 de mayo. Tampoco dejó de retratar la violencia y miseria que rodeó la Guerra de Independencia durante los siguientes 6 años, mediante los 82 grabados bautizados justamente como “Los desastres de la guerra”, realizados entre 1810 y 1815. Sin embargo, sus pinturas más emblemáticas en torno a esta guerra son las que reflejan el levantamiento de Madrid el 2 de mayo y la violenta represión de los franceses el día siguiente.

“La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol”

Es una pintura mejor conocida como “El 2 de mayo de 1808 en Madrid”, y también llamada “La lucha con los mamelucos”, en la que se ve reflejado el enfrentamiento de los insurgentes madrileños contra los mercenarios egipcios que actuaban bajo el mando de los franceses. Goya se encontraba en Madrid, pero no fue testigo directo de los eventos que retrató; para ello se basó en los relatos y testimonios de los protagonistas que sobrevivieron.

Goya pintó este cuadro en 1814, y actualmente se encuentra en el Museo del Prado. En el cuadro, vemos cómo los insurgentes españoles atacan a las tropas mamelucas, suerte de mercenarios egipcios que combatieron junto al ejército francés.

El levantamiento del 2 de mayo fue aplastado brutalmente por el ejército francés, y precisamente eso es lo que reproduce Goya con gran dinamismo. En la Puerta del Sol se ven charcos de sangre, cuerpos caídos, la desesperación de los caballos y parecen cobrar vida los mamelucos, blandiendo sus espadas. Al fondo, edificios madrileños que no roban protagonismo a la escena sangrienta.

Como parte de su estilo, hace uso de un rico cromatismo que da vida al cuadro.

El cuadro representa una escena bélica desigual, la de civiles luchando contra jinetes armados con sables, sobre caballos que, en algunos casos, están a punto de derrumbarse, rodeados por muertos y heridos, y hombres enfrentados en una lucha dura y difícil.

Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, o Los fusilamientos del tres de mayo

Una consecuencia directa de la insurrección del 2 de mayo fueron los fusilamientos del día siguiente, cuando los franceses ejecutaron a más de 400 personas. Goya reprodujo en otro cuadro una escena de esta masacre, donde se puede ver a un grupo de ciudadanos enfrentando valerosamente las balas del pelotón de fusilamiento.

El cuadro se conoce por varios nombres: “El 3 de mayo en Madrid”, “Los fusilamientos del 3 de mayo” y “los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío”, y es considerado por algunos críticos como la primera obra de arte plenamente contemporánea, más próxima al arte moderno que a la pintura clásica. Justifican esta aseveración por el modo como Goya trata el tema, dando protagonismo al pueblo, y por las pinceladas que utilizó, más libres y menos apegadas al realismo de la época, consideradas precursoras de movimientos artísticos como el impresionismo.

También lo pinto en 1814, y retrata uno de tantos momentos durante el 3 de mayo en el que soldados franceses fusilaron a incontables españoles, después del levantamiento. Con este cuadro, el artista inaugura el arquetipo del horror en la pintura española. Esta magistral obra rompió con la tradición artística cristiana del Antiguo Régimen y críticos de arte la consideran como una de las primeras obras contemporáneas.

Vemos un escenario oscuro y soldados apuntando a un grupo de héroes españoles. De los soldados solo se ven las espaldas, y los héroes están iluminados por una luz. Goya no retrata a ninguno de los héroes militares, sino al pueblo anónimo, y eso, temáticamente, constituyó por sí solo toda una revolución pictórica, junto a los trazos violentos de la pintura.

Te recomendamos que, si estás en Madrid, te acerques al Museo del Prado y admires de cerca los cuadros de Goya: así fueron las obras que inmortalizaron el 2 de mayo. Es una experiencia inolvidable.

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