Ni en Plaza Mayor ni en Malasaña: el bar que recomienda la Guía Repsol con el mejor bocata de calamares de Madrid
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Chamberí esconde alguno de los mejores bares tradicionales de Madrid, pero a estas alturas hay pocos que no conozcan Hermanos Vinagre si lo que quieren es disfrutar de un buen tapeo. Sin embargo, tienen una cosa todavía mejor: el bocata de calamares.
Comenzó como una propuesta de barra castiza con guiños al pasado, pero se ha consolidado como una de las referencias imprescindibles para disfrutar de conservas, encurtidos y raciones con sello propio.
De hecho, la Guía Repsol lo ha reconocido por la calidad del bocata de calamares, pero no es lo único que debes probar si pasas por su local en Cardenal Cisneros.
Dónde comer el mejor bocata de calamares de Madrid, según la Guía Repsol
En su local de Cardenal Cisneros, 26, entre la plaza de Olavide y la calle Fuencarral, han creado un espacio que mantiene la esencia de las tabernas clásicas, pero con una ejecución impecable.
Y es que en este bar vas a encontrar los esenciales de un buen local de los de toda la vida: vermú bien tirado, cañas fresquísimas y una barra que invita a probarlo todo, desde su gilda tradicional hasta sus míticos berberechos con salsa picante de chiles fermentados y lima.
Pero el protagonista por excelencia es su bocata de calamares, una actualización del clásico madrileño. Lo elaboran con calamares de tamaño medio, rebozados y fritos, pero lo curioso es que los sirven en pan de brioche, con mayonesa y ralladura de lima.
El resultado es un bocado que reinterpreta la tradición sin perder el alma castiza, y que la Guía Repsol no ha dudado en destacar como uno de los imprescindibles de la capital.
Para tener la combinación perfecta, lo ideal es que lo acompañes de un chato de vino, de una caña o de un vermú. Además, el bar está siempre animado.
El bar de toda la vida que ha conquistado Madrid
El proyecto del bar Hermanos Vinagre nació hace tres años con un concepto claro: devolver la dignidad a las barras madrileñas. Su primer local abrió en la calle Narváez, en la zona del Retiro, y pronto llegó un segundo en Chueca (Gravina).
Pero fue el tercer local, en Chamberí, el que dio el salto definitivo al contar con cocina propia, permitiendo ofrecer tapas y raciones calientes. Y, sobre todo, un bocata de calamares único.
Para ello aprovecharon toda la experiencia acumulada en la restauración española. Unido al respeto por la cocina más castiza de Madrid el resultado sólo podía ser uno: la perfección. Aquí todo se hace en casa: encurtidos, salazones, conservas y hasta curaciones de atún o huevas de mújol.
No faltan las croquetas de huevo duro, la oreja adobada en chips, los callos a la madrileña o el pepito de ternera con pimiento. Platos de toda la vida que en sus manos cobran una nueva vida.
Quizás Madrid tenga mejores zonas para disfrutar de unas tapas, pero si quieres pasar toda la tarde en un mismo bar, la mejor opción es Hermanos Vinagre.
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