La gastronomía manchega se pone las pilas en Almagro

Almagro es tierra de berenjenas, hermosas mantillas y bordados y, desde hace nada y menos, lugar de excepción para aprender los rudimentos de la cocina manchega. Periodistas, personalidades, políticos y gentes de canapé, chaqueta y tacón se dieron cita el pasado jueves en la inauguración del Centro de Tecnificación Gastronómica de Almagro (Ciudad Real), que por fin toma cuerpo, dos años después de iniciarse el proyecto. La Diputación de Ciudad Real es su impulsora, y ha tenido el buen ojo de buscarse un partner que sepa del tema. Así pues, el Basque Culinary Center, primera universidad gastro de España, se ha encargado de la asesoría en el diseño de los espacios educativos y de formación. Desde luego, pinta bien.

Se han ido, ciertamente, a un buen enclave. El Palacio de los Condes de Valdeparaíso, en pleno centro de la villa y a solo cinco minutos de su Plaza Mayor, era el rincón favorito de Juan Francisco de Gaona, ministro de Fernando VI, que venía a disfrutar de su localidad natal cuando sus obligaciones palaciegas se lo permitían. Hoy, aspira a convertirse en uno de los centros de referencia de la provincia (y de España) en la formación de profesionales de la gastronomía manchega en nuevas técnicas y productos. Ciudad Real necesita seguir apostando por su crecimiento, así que es muy inteligente hacerlo a través del desarrollo de la gastronomía en la zona, por su mejora y por la continua formación de sus profesionales. Porque lo que está claro es que el recetario manchego y su cocina están generando empleo y riqueza. Y eso hace falta como el comer, si me permiten el juego de palabras.

Hay que reconocer que se han montado un buen espacio. Hay varias cocinas y aulas para formación, un aula polivalente, sala de cata y 29 dormitorios acondicionados para los asistentes a actos culturales y docentes. La formación del CTG se dirigen fundamentalmente al perfeccionamiento de los profesionales del sector de la provincia, aunque también habrá programas para el público en general, que quiere combinar su pasión por la gastronomía con su ocupación habitual: también son ellos embajadores del buen comer cotidiano. Paco Roncero es colaborador del proyecto, y tiene ganas e idea de impartir allí clases: si se hacen con un cuerpo docente con ese tirón, al menos de manera puntual, el proyecto será un éxito.

El alcalde de la población, me cuentan, está pletórico. Sabe que, si las cosas se hacen bien, su preciosa localidad puede convertirse en un lugar de referencia gastronómica. José Manuel Caballero, presidente de la diputación, apuntó otra idea durante la inauguración: que sitios como este sirven para retener talento, y en La Mancha hay mucho. Y para eso, como bien dijo el presidente de la comunidad, Emiliano García-Page, hay que copiar lo que se hace bien: la gastronomía española es hoy lo que es gracias a la inquietud de los vascos quienes, a su vez, pusieron los ojos en los franceses. También ha llegado a los oídos de este escribiente que, antes del evento de inauguración, un escogido grupo de periodistas disfrutó de un almuerzo preparado por José Antonio Medina, chef con estrella en El Coto de Quevedo. Este afable señor, desde su complejo gastrohotelero en Torre de Juan Abad, hace magia con los productos de su zona, con la caza y con las verduras: de esto doy fe. A la España vaciada hay que llenarla con oferta gastronómica, y ya verán ustedes como se puebla.