Tercer grado para Miguel Ángel Flores: el promotor de la fiesta en Madrid Arena que terminó en tragedia

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Miguel Ángel Flores a su llegada a la Audiencia Provincial del Madrid que celebra una vistilla para decidir si el principal imputado en la causa ingresa de inmediato en la cárcel, tal y como ha solicitado la Fiscalía. EFE

El juzgado de Valladolid ha concedido el régimen de semilibertad, conocido como el tercer grado, a Miguel Ángel Flores, el empresario condenado por su responsabilidad en la tragedia del Madrid Arena en 2012. Flores cumple una condena de cuatro años de prisión en Segovia, como responsable por imprudencia grave de cinco homicidios, impuesta por la Audiencia de Madrid el pasado 2016.

El magistrado ha resuelto así el recurso interpuesto por Flores contra la decisión de Instituciones Penitenciarias de mantenerlo en segundo grado y le otorga el régimen de semilibertad al que la Fiscalía se opuso.

Flores descubrió en el ocio nocturno un filón de oro

Pocos eventos en Madrid se resistían a llevar la firma de Miguel Ángel Flores. El rey de la noche madrileña se forjó una carrera a la que pocos pusieron tacha hasta que su afán por el lucro económico causó la muerte de cinco jóvenes en el Madrid Arena, según recoge la sentencia que le condena a 4 años de cárcel.

Afincado en su despacho en la madrileña estación de Chamartín, Flores se alzaba como el magnate del ocio nocturno de la capital. Era el rey Midas, todo lo que tocaba lo convertía en oro.

Se le han llegado a atribuir casi una veintena de sociedades, de las que ha ocupado el cargo de administrador, la mayoría relacionadas con el ocio nocturno, la organización de eventos, la hostelería y las instalaciones deportivas como el flamante Castellana Sports Club, en el interior de la citada estación.

Regentaba una de las empresas más importantes del mundo de la noche, FSM Group, de la que la discoteca Macumba era su cuartel general, su buque insignia.

Incluso se atrevió a reabrir la fatídica discoteca Alcalá 20, en la que murieron 82 personas en 1983 a causa de un incendio, con el nombre de Adraba en enero de 2010, después de varios intentos fallidos.

Algunos decían que estaba siendo favorecido por el Ayuntamiento de Madrid, en concreto por el vicealcalde de la capital, Miguel Ángel Villanueva, que aunque negó cualquier trato de favor hacia él, finalmente acabó dimitiendo para «serenar los ánimos» tras la tragedia del Madrid Arena. Una tragedia de la que evitó la prisión provisional tras depositar una fianza hipotecaria de 200.000 euros.

El castillo de naipes del rey de la fiesta se empezaba a desmoronar. Y con él la tesis que siempre defendió durante sus tres horas y media de declaración ante el tribunal que ha juzgado los hechos: él era «el cliente final», tan solo un promotor de eventos y fue un problema de flujos en una zona de tránsito el causante de la tragedia.

En el juicio en la Audiencia Provincial de Madrid relató que carecía de competencias en seguridad y ni siquiera le obligaban a contratar un servicio de enfermería.

Pero aun así él lo hizo. Contrató al conocido doctor Simón Viñals, de 77 años, y que en su día fue concejal del Ayuntamiento de Madrid y a su hijo, quienes actuaban en un espacio con una evidente falta de material clínico, sin ventilación ni agua corriente.

Ni la Fiscalía ni las acusaciones se creyeron su teoría. La seguridad privada es competencia exclusiva del organizador, le recordó la fiscal, y la contratación de seis vigilantes era del todo insuficiente.

Paralelamente a estos hechos, Flores ha tenido que ser testigo de cómo los tribunales dictaron una orden de desahucio contra su empresa FSM Group con la que explotaba Macumba, la perla de la noche madrileña, que ahora renace de sus cenizas.

Y es que el Grupo Alonso, para quien trabaja Flores, presenta hoy «Madrid, Exposiciones y Eventos Urbanos» (MEEU), un mastodóntico proyecto de ocio en la estación de Chamartín, que agrupa tres locales y la antigua Macumba. Pese a ello, a Flores se le han enredado todos los hilos que manejaba.

Cuatro meses estuvo sentado en el banquillo de los acusados y hoy, cuatro años después de esas cinco «muertes evitables», ha sido condenado por su actitud negligente.

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