PSOE

Sánchez ordena a Ferraz vigilar las reacciones de ministros y diputados sobre la declaración de su mujer

Sánchez
Pedro Sánchez y Begoña Gómez.
Joan Guirado

Pedro Sánchez tiene una especial fijación con la defensa que hacen de él y su mujer, Begoña Gómez, en el Gobierno y en el PSOE. De ahí que, ante su declaración frente al juez Juan Carlos Peinado, prevista para este viernes, el presidente del Ejecutivo y secretario general socialista ha dado orden de «monitorizar todas las reacciones» que ministros, diputados y altos cargos tengan a través de sus redes sociales y sus declaraciones públicas. Sánchez, según han explicado fuentes de su entorno a este periódico, «quiere saber quienes son leales y quienes no, quienes les defienden y quienes no».

El presidente, explican esas mismas fuentes, ha trasladado su exigencia a los equipos de comunicación de Moncloa y Ferraz a través del director de su gabinete, Óscar López. Con todo, una vez pase la jornada, Sánchez espera recibir un informe que le permita evaluar el comportamiento de sus principales colaboradores y altos cargos ante lo que considera «un acoso y un ataque a su mujer, a su familia, por ser quienes son». Media docena de personas, tanto del Gobierno como del Partido Socialista, sostienen las mismas fuentes, dedicarán gran parte de su jornada laboral a realizar esas funciones de espía a lo Gran Hermano.

Esta petición del jefe del Ejecutivo, en uno de los días más difíciles para él desde que llegó a La Moncloa, tiene mucho que ver con «su forma de comportarse». Sánchez, según personas que han trabajado junto a él y lo conocen muy bien, «se lo apunta todo, toma nota de todo». «Y aunque a veces parece que lo olvida, en el momento menos pensado te lo echa en cara o directamente prescinde de ti», añaden.

Hace muchas semanas, desde que estalló el caso de corrupción en torno a su esposa, Begoña Gómez, que Sánchez está muy pendiente de todo lo que sale y dicen de ella. «Está muy molesto con algunos», aseguran en Moncloa, ya que en su opinión «siente que no les han defendido como deberían». Semanas más tarde, cuando el juez Peinado comunicó formalmente la imputación de su esposa, Sánchez incluso se cogió la licencia de mandar un mensaje a través de Whatsapp a la dirección del partido preguntando a sus compañeros:»¿No pensáis decir nada?».

Uno de esos días que tomó nota de todo, explican, fue durante el Comité Federal que se celebró para ratificar la candidatura de Teresa Ribera al Parlamento Europeo y que derivó en un acto de homenaje a mayor gloria del líder. «No le gustó nada lo que vio», explicaban ese día personas de su entorno, respecto a las lágrimas de ministros como Pilar Alegría o el estado de éxtasis para enardecer a las bases de otros, como la vicepresidenta María Jesús Montero o el secretario de Organización Santos Cerdán, a las puertas de Ferraz.

Días antes, ante sorpresa de todos, remitió una carta abierta a la ciudadanía a través de sus redes sociales en la que anunciaba un periodo de cinco días de reflexión sobre si debía seguir o no al frente del Gobierno. Muchos en el PSOE creyeron que realmente se marchaba y empezaron a posicionarse para relevarle. Finalmente, toda su reflexión quedó en nada y, en una breve comparecencia grabada, tras una visita fake al Rey Felipe VI en Zarzuela, comunicó que iba a seguir «con más fuerza si cabe».

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