España
CATALUÑA

Illa pretende sacar los machetes de las calles de Cataluña con multas y una campaña de publicidad

Salvador Illa pone en marcha una iniciativa para "concienciar" a los usuarios de armas blancas

En los Mossos d’Esquadra no dan crédito a la última ocurrencia del Govern catalán de Salvador Illa: un plan para acabar con la presencia de armas blancas en lugares públicos mediante la agilización de multas y sanciones administrativas, y con una campaña de «concienciación» social vía publicidad. «Necesitamos agentes y medios que puedan hacer frente a los machetes», replican los agentes de la policía autonómica, que recuerdan que los machetazos y puñaladas son ya la tónica habitual de muchas de las reyertas callejeras que enfrentan a diario.

Según ha informado la Generalitat de Salvador Illa, que ha puesto al corriente de ello a las comisarías de Mossos, este nuevo Plan Estratégico por un espacio público libre de armas busca «prevenir, perseguir y sancionar la tenencia de armas en lugares públicos, ante el alarmante aumento de incidentes relacionados con el uso de armas blancas».

Este plan se ha diseñado para afrontar una realidad de Cataluña: cada vez más personas portan armas blancas en la vía pública, una situación que suele agravarse en ciertos entornos asociados al consumo de sustancias tóxicas. Las armas blancas, señala la Generalitat, están vinculadas al «incremento de conflictos entre ciudadanos» que, en muchos casos, acaban en actos de violencia.

Entre enero y agosto de 2024, se han intervenido un total de 6.252 armas, una cifra que supera considerablemente los 3.831 decomisos realizados en 2020. En el mismo periodo de este año, ya se han registrado 2.498 incidentes relacionados con armas blancas, acercándose peligrosamente a los 2.971 incidentes contabilizados durante todo el año anterior.

El plan operativo, explican, se actualizará y desarrollará de manera concreta en las distintas regiones policiales, con una coordinación entre cuerpos de seguridad locales y servicios de seguridad privada. Se centrarán en zonas de ocio, tanto diurno como nocturno, así como en espacios de transporte público, centros comerciales y entornos educativos, «donde la presencia de armas representa un peligro creciente».

Sin embargo, la crítica principal de los agentes hacia esta iniciativa tiene que ver con el «nulo refuerzo» de plantillas y medios materiales que contempla el plan. Según explican, la Generalitat pretende acabar con este problema «con más multas y publicidad para que los que lleven armas sepan que les pondrán multas, como si a muchos les importara algo eso», advierten agentes del cuerpo autonómico.

Según señala el plan de la Generalitat de Salvador Illa, «se simplificarán y agilizarán los procedimientos de sanción, mejorando los mecanismos que permitan una imposición más efectiva de las multas». «Un equipo especializado gestionará los trámites sancionadores y se generarán indicadores que facilitarán el seguimiento y la evaluación de los resultados».

Además, este plan se complementará con una amplia «campaña de difusión a través de diversos medios de comunicación». El objetivo es «concienciar a la población» sobre los riesgos del porte de armas y las sanciones correspondientes, al tiempo que se «fomenta una cultura de paz» en los espacios públicos.

Situación límite en El Raval

Los ancianos del barrio de El Raval de Barcelona viven bajo toque de queda por miedo a los continuos robos violentos y hurtos que se suceden en la zona. La situación de preocupación es tal, que hasta en la comisaría de los Mossos d’Esquadra les han indicado que eviten salir a la calle después de las 19:00 horas.

Sometidos a un encierro voluntario por su propia seguridad, la vida de los ancianos de las residencias se desarrolla entre cuatro paredes evitando en todo lo posible salir de la residencia y caminar por un barrio donde acechan carteristas y atracadores reincidentes que han hecho del barrio su coto privado de caza. En esa jungla, los turistas y los ancianos son las presas favoritas de los asaltantes, muchos de ellos magrebíes con decenas de detenciones a sus espaldas y que, sin embargo, siguen en libertad delinquiendo continuamente.

Ante tal situación de inseguridad, si los ancianos no pueden evitarlo y se ven obligados a salir de las residencias, se despojan antes del reloj, de los anillos, collares o pendientes y cualquier objeto que pueda atraer la codicia de los delincuentes. Los asaltantes no van a tener ningún problema en darles un tirón del cuello o de la muñeca, aunque tengan que arrastrarles por el suelo poniendo en peligro sus vidas. Se trata de una situación que afecta especialmente a dos residencias ubicadas en el centro de El Raval.