Rajoy ordena al PP mantener un perfil bajo «hasta que el PSOE se aclare»

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Mariano Rajoy a su llegada al Congreso. EFE
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Perfil bajo. Es la orden interna que Mariano Rajoy ha trasladado al Partido Popular. 

El dramático Comité federal del PSOE no ha cambiado nada. Al menos esa es la percepción en la sede popular de Génova. Esperan aún los primeros pasos de la gestora, que ha empezado a funcionar este mismo lunes. Hasta que el PSOE “se aclare”-en esos términos coinciden todos los dirigentes consultados-no habrá movimientos. Ni tampoco palabras altisonantes, críticas o reproches. 

Las intervenciones este fin de semana ya han sido escasísimas. Descargado de agenda, Rajoy ha permanecido al margen del convulso cónclave socialista. Los mensajes fueron en la misma línea de lo sostenido en los últimos meses. “No puede ser que los intereses personales de algunos líderes estén por delante de la formación de gobierno y la estabilidad”, destacó Andrea Levy. “No es tiempo de trincheras, líneas rojas y sectarismos”, añadió. 

El partido celebró este lunes su Comité Ejecutivo para definir la línea de actuación en medio de un clima de incertidumbre unánime. Sobre todo porque nada hace pensar que, tras la dimisión de Sánchez, el camino esté despejado: la nueva dirección, en forma de gestora, no se ha posicionado jamás públicamente por la abstención.

“Todo depende del PSOE”, afirman desde la dirección del PP. Por eso, los populares esperan que los próximos días sirvan para definir ya hacia donde irán los próximos pasos: si se facilita el gobierno y, sobre todo, a qué precio. Rajoy ya ha advertido a los suyos de que no aceptará que los socialistas liguen su respaldo a condiciones “inasumibles”. 

Desde Génova y Moncloa se habían mostrado dispuestos a negociar «todo» con el PSOE de Sánchez. Y eso implicaba incluso reformas tan cuestionadas por la oposición, como la laboral o la educativa. Incluso, aseguraban en medios del PP, se podría abordar una negociación sobre la reforma constitucional, una de las medidas más defendidas por los socialistas.

La disposición existe, pero los populares aguardan para ver la actitud de la nueva gestora, su nivel de exigencias y de flexibilidad. La primera prueba de fuego para esa hipotética investidura son los Presupuestos, cruciales para fijar el rumbo de toda la legislatura y cuya negociación se prevé de alto voltaje.

Retomar las relaciones

El diálogo entre ambos partidos permanece en impasse. En el PP aspiran a retomar las relaciones, completamente rotas por el anterior secretario general. Pero a su debido tiempo. Antes, opina Rajoy y su equipo, los socialistas tienen que recomponerse y, sobre todo, dirimir qué harán en la investidura. Por ahora, saben también, el partido sigue tan fracturado como hace una semana. «Es necesario que tengamos un PSOE fuerte», coinciden varias voces en Génova. Un mensaje en el que se ha venido insistiendo en los últimos días: «los ataques, para Sánchez, no para el partido». 

Mientras tanto, en el PP dan algunos pasos por si, finalmente, se convocasen unas terceras elecciones, empezando por presentar en el Congreso la reforma de la ley electoral para que se vote el 18 de diciembre en lugar del día de Navidad. 

El calendario se presenta ciertamente ajustado. Este lunes, en su primera comparecencia, el presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, descartó que el primer Comité de la era post-Sánchez se celebre este sábado. Ello implica que al PSOE le quedarán apenas dos sábados para fijar su postura en la investidura (descontando el 29 de octubre, víspera de la disolución de las Cortes y la convocatoria automática de las elecciones). 

Mientras, en el PP persisten en la misma oferta: gobierno de gran coalición, con el PSOE y, en su caso, también con Ciudadanos, acuerdos en grandes cuestiones de Estado-como Educación o desafío territorial-o, en su caso, gobierno en minoría “como fuerza más votada”. Esa última opción es la que genera los mayores recelos por la oposición frontal que se presupone hará el PSOE en una legislatura muy inestable. 

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