Pesadilla en el polígono

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Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina a su llegada a la sala donde se celebra la vista por el caso Nóos. (Foto: EFE)

Un minuto después de que saliera el sol, a las 8.10 de esta mañana, se abrió la puerta de un automóvil color gris acero frente a la zona reservada a la prensa. Llegó el momento: la señora Urdangarin, la infanta, pisó asfalto en el polígono Son Russinyol. Acompañada por su marido, Iñaki Urdangarin, mirada al suelo y gesto contenido, Cristina Federica de Borbón y Grecia llegaba una hora y cinco minutos antes de la cita a la sala habilitada en la Escuela Balear de Administración Pública (EBAP) de Palma para asistir como imputada al juicio del caso Nóos. Urdangarin, muy delgado, y con semblante angustiado, apretaba el paso sin mover un músculo de la cara para dejar atrás cuanto antes a los cientos de cámaras y periodistas, testigos del momento. 

El matrimonio viajó finalmente ayer a Palma y ha dormido en alguna residencia privada sin confirmar. Tras aterrizar en Son Sant Joan los escoltaron- la infanta conserva aún 3 personas asignadas —camino de Gènova, un barrio a las afueras. Pero finalmente consiguieron despistar al reducido grupo de periodistas que seguía la noticia. «Se han quedado en casa de un íntimo amigo de la familia que vive en esa zona. Hay casas fantásticas», me sugiere alguien que conoce bien la isla y a la pareja; «pero esa ruta lleva, por caminos desconocidos y difìciles, hasta Marivent». ¿No será, de nuevo, una reacción a la falta de apoyo de la Casa y que hayan sido capaces de desafiarla y dormir allí?, le pregunto. Sorprendería mucho y lo cierto es que poco después, consigo confirmar por una fuente de primera que Marivent, no.

La ciudad ha amanecido con una temperatura suave, 13 grados. Nada que ver con los fríos febreros en los que declararon en 2012 y 2014. En el recorrido hacia el polígono Son Russinyol, ubicado a las afueras de Palma, solo 7 palmeras altas ofrecen algo de belleza al paisaje; porque un polígono es lo que suele ser: naves industriales, galpones, macroalmacenes, talleres, camiones y todo gris. Muy poco regio.

Los Urdangarin llegaban los primeros, juntos en el mismo coche y unidos frente a esta pesadilla que se escenificaba a las 9.15 en punto en la sala de vistas frente a las tres magistradas Samantha Romero, Rocío Martín y Leonor Moyá. Minutos antes del inicio me dirigía hacia el aseo cuando en un instante aparecen Urdangarin y la infanta frente a mi. Segundos en los que me ha pasado por la cabeza estos casi cinco años de instrucción, los titulares, las noticias, la Casa Real, la abdicación. Momento inesperado pero ha ocurrido: de Washington a Palma. El ex duque me miró a los ojos pero ella caminaba cabizbaja y no creo que me viera.

El abogado de la infanta, Jesus Silva, pronunciaba durante su turno precisamente esa palabra: pesadilla. Y lo hacía para citar al ilustre letrado Emilio Gómez Orbaneja que definía con este vocablo su lucha por demostrar que el juicio oral no se puede abrir solo a instancias de la acusación popular. «Y precisamente para evitar esa pesadilla, ¿solicita esta parte que se aplique la doctrina Botín? Pues, no. Lo que pretende es que se aplique la jurisprudencia consolidada del Tribunal Supremo» aseguraba un vehemente Silva ante la mirada fija de su defendida. 

El equipo de realización, dirigido por Cristina Ónega, directora de Comunicación del Consejo del Poder Judicial, pretendía ofrecer «una imagen institucional y neutra». Al inicio nos mostró varios planos de la sala y un frontal de los 18 imputados. Al fondo, a la izquierda de pantalla, la infanta: algo maquillada, corta melena suelta y gesto casi paralizado. Vestida con calzado cómodo, pantalón y chaqueta y un pañuelo estampado que daba algo de color a su discreta indumentaria. Su gesto empeoró y se volvió más tenso aún e irritado: la presencia de las cámaras le molestaba pero en esta ocasión no había escolta a quien llamar para evitar la imagen. No pudo hacer nada, solo posar irremediablemente.

La presidenta organizó las exposiciones de las partes en 3 bloques, que han incluido la cuestión de competencia del Tribunal para los imputados de Valencia, la ilegitimad de Manos Limpias como acusación de la infanta y la mujer de Torres,  la aplicación de la doctrina Botín y la nulidad por vulneración de derechos por parte del ex socio de Urdangarin, Diego Torres. Virginia López Negrete, letrada de la Acusación Popular, se quedó sola oponiéndose a la exclusión de la infanta de la causa. Por la tarde el fiscal Horrach, que ya había pedido en la mañana el archivo respecto de la hermana del Rey, abundó en esa idea y presentó un informe de Hacienda que probaría que no hay delito fiscal.

La infanta ha aguantado toda la sesión casi en la misma postura, hierática, sin gesto. Es una profesional como su padre, el rey Juan Carlos, dijo de su madre, doña Sofìa. Me pregunto cuantas veces miró el retrato del Rey, su hermano Felipe, colgado en la pared, tras la mesa del tribunal. Solo en el receso de media mañana se relajó un poco. 

La magistrada ponente señaló una pausa de hora y media para comer a las 3 de la tarde pero Cristina y su marido tomaron algo allí mismo. Suponía demasiado salir con todos los medios fuera y prefirieron preservar su imagen. De hecho comimos juntos prensa, policías y abogados. En hora y media se mandaron nuevas crónicas, se hicieron los últimos directos de la mañana y se intercambiaron algunas impresiones con los abogados. Todos almorzamos el mismo menú y en el bar en el que repusimos fuerzas, se incluía como plato del día el Bocadillo de la Infanta y la Tortilla Francesa con Corona de bacon.

La larga jornada ha acabado con alguna semicabezada, ya por la tarde, de Miguel Roca, defensor de la infanta, las charletas y bromas entre Urdangarin y Torres, la ignorancia mutua entre las mujeres de los principales responsables del Instituto Nóos, Cristina de Borbón y Ana Tejeiro, y el lapsus del abogado de Torres al confundir heterodoxo procesal con sexual— que hizo reír a toda la sala— y su insistencia en llamar a declarar al rey Juan Carlos y a Felipe VI. Buena organización, fuertes medidas de seguridad y la restricción de movimientos en el interior del edificio mientras los imputados estuvieron presentes, nos han acompañado todo un largo día que se alargó hasta más de trece horas.

¿Acabará aquí la pesadilla de la infanta? Está en manos de 3 magistradas.

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