Padres catalanes piden en masa al PP que garantice el control educativo y corte el adoctrinamiento
La activación del artículo 155 de la Constitución ha abierto una vía de esperanza para infinidad de padres en Cataluña. Los políticos de este partido en la comunidad catalana han recibido infinidad de comentarios y cartas reclamando al partido en el Gobierno que aproveche el trámite de intervención de la Generalitat para garantizar que la Educación deje de ser un área de adoctrinamiento infantil y de intoxicación hacia el separatismo.
Se trata de infinidad de mensajes que han llegado tanto en forma de cartas, como a través de meros comentarios personales a los políticos de cada localidad. Y todos ellos con un mismo mensaje. Con el de que no se puede dejar pasar esta oportunidad para despolitizar la educación y acabar con el adoctrinamiento en los colegios catalanes.
Las cartas incluyen cientos de anécdotas e historias personales contando casos de adoctrinamiento, de presiones a los niños para no hablar en castellano, de preguntas sobre la ideología de los padres, de amedrentamiento a los menores para que piensen en clave nacionalista, o de cuestionarios a los propios hijos sobre su pensamiento político en clave territorial.
Las peticiones trasladadas al PP hacen alusión, en muchas ocasiones, a la aplicación del artículo 155 y a la Alta Inspección del Estado. Unas solicitan directamente que se tramite la devolución de la competencia autonómica de la Educación de forma que quede bajo control pleno del Estado -cuestión que requeriría de una reforma constitucional-. Otras, simplemente apuntan a un control efectivo, vía judicial, legal o administrativa, de lo que está ocurriendo en las escuelas y de su utilización con fines evidentemente políticos.
El PP lleva tiempo recibiendo este tipo de mensajes. Pero la llegada de este tipo de peticiones se ha disparado con los rumores de aplicación del 155 y con el inicio de los pasos de activación de este artículo de la Constitución adoptado recientemente tras la declaración de independencia del presidente catalán Carles Puigdemont.
El Gobierno es consciente de esta demanda social desde hace años. Pero el momento actual ha abierto una nueva posibilidad: aprovechar la fase de intervención que puede nacer en breve para desmontar lo que ya se ha convertido en una auténtica fábrica de separatistas.
Un factor pendiente de solución que, como destacan muchas de esas cartas de simpatizantes del Partido Popular, si no se solventa, más pronto o más tarde, el desafío rupturista conseguirá su objetivo.
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