4M / LAS ELECCIONES GENERALES DE MADRID

Pablo Iglesias era más ‘valiente’ en 2019: «No se puede lloriquear por recibir amenazas»

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Rafael Gallego

Pablo Iglesias ha hecho de las amenazas recibidas su caballo de batalla en la actual campaña electoral ante el 4M, pero hace dos escasos años mantenía un discurso radicalmente opuesto, asegurando entonces que «no se puede lloriquear por recibir amenazas».

El candidato de Unidas Podemos se puso el disfraz de víctima desde que, con la campaña electoral recién empezada, difundiera en las redes sociales el sobre con cuatro balas que le había sido enviado por correo. Otros dos sobres también con balas fueron enviados al mismo tiempo, uno al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y otro remitido a la directora de la Guardia Civil, María Gámez, pero el de Iglesias es el único del que se vieron imágenes, difundidas por él mismo a través de las redes sociales.

Posteriormente, también ha trascendido el envío de un sobre con una navaja a la ministra de Industria, Reyes Maroto, y este mismo martes era interceptada en Barcelona otra amenaza postal a la presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, que rechazó darle mayor importancia al suceso. Incluso este mismo miércoles se conocía un nuevo caso en plena campaña, en esta ocasión con el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero como objetivo.

Pablo Iglesias ha hecho de estas amenazas su principal argumento para atacar «a la ultraderecha». Pero el mismo Pablo Iglesias, hace sólo dos años, mantenía un discurso completamente opuesto. Lo mostró en una entrevista con el youtuber Fortfast en plena campaña para las elecciones nacionales. Preguntado por si recibía amenazas, entonces Iglesias dijo: «Sí, pero no me gusta hablar de eso por dos razones. Primero, porque si hablas de las amenazas que recibes, estás engrandeciendo al que amenaza. El que amenaza normalmente es un mierda al que no hay que darle publicidad».

Y entraba en detalles sobre la ‘valentía’ que entonces exhibía: «Luego, el rollo este victimista de ‘ay, me han amenazado, no sé qué…’. Mira, ha habido gente que se ha jugado la vida y lo ha pasado muy mal. Y yo voy con escolta, que es algo que no le deseo a nadie, que sólo puedo dar las gracias a los policías que me protegen, pero yo no tengo derecho a quejarme ni a, digamos, lloriquear de ‘ay, cuántas amenazas de muerte recibo’».

 

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