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Política

Lambán, el socialdemócrata al que Sánchez mató políticamente

La ejecución política la consumó en marzo pasado de la mano de Pilar Alegría

  • Roberto Pérez
  • Periodista y licenciado en Ciencias Políticas. Especialista en sector público, economía política y presupuestaria, e instituciones político-administrativas. Trabajó para Agencia Efe y Cope, ejerció durante más de 20 años en ABC -etapa que incluyó el ejercicio temporal de la corresponsalía de Nueva York- y actualmente es subdirector de OKDIARIO.

Secretario general del PSOE en la provincia de Zaragoza, presidente de la Diputación, presidente del Gobierno aragonés, secretario general del PSOE regional… Las últimas tres décadas del PSOE aragonés no pueden entenderse sin el nombre de Javier Lambán, al que un cáncer le ha arrebatado la vida después de ser matado políticamente en su partido por un Pedro Sánchez que jamás le perdonó que criticara sus derivas radicales. La ejecución política la consumó, de la mano de Pilar Alegría, en marzo pasado. Pero Lambán llevaba sentenciado por Sánchez desde hacía años, y no pocos.

Tras las elecciones generales de 2016, que ganó en minoría el PP de Rajoy, Lambán y los suyos en el PSOE aragonés apostaron por que el PSOE facilitara su investidura y frenar así un gobierno nacional de socialistas con independentistas, herederos de ETA y comunistas. Pedro Sánchez intentó esto último, pero se topó con el freno de barones socialistas y de una Ejecutiva que le desautorizó. Acabó derribado del timón del PSOE, pero juró venganza. Y en la lista estaba Lambán.

Cuando Sánchez volvió a la carga para hacerse con la secretaría general de los socialistas, Lambán se alineó con Susana Díaz. Al final, Pedro Sánchez se impuso tras una campaña de primarias en la que sus escuderos principales fueron el hoy encarcelado Santos Cerdán y los imputados José Luis Ábalos y Koldo García.

Javier Lambán seguía siendo líder indiscutido en el PSOE aragonés, al que había llevado al poder autonómico tras las elecciones de 2015, en las que logró trabar un pacto postelectoral que arrebató el Gobierno regional a Luisa Fernanda Rudi (PP). Aquel pactó lo tejió Lambán con Podemos, la Chunta e IU. Pero lo hizo dejando claro que el Gobierno regional que nacía se asentaba en la moderación, en el centro, que no iba a tolerar extremismos. Lo dijo en público en reiteradas ocasiones, en las que apeló a la socialdemocracia que propugnó en un PSOE que veía con queja cómo, con Sánchez, se convertía en un partido cautivo en el poder, atado a los separatistas catalanes –a los que Lambán no se cansó de censurar con dureza–, a los herederos de ETA y a la constelación de la izquierda extrema. En 2019 revalidó el Gobierno de Aragón, en esa ocasión, en coalición con la Chunta y con el PAR.

Derribado del poder

Su etapa al frente del Ejecutivo autonómico acabó en mayo de 2023. Fue uno de los barones damnificados por esa deriva que le permitía a Sánchez aferrarse a La Moncloa a costa de erosionar al partido.

Declarado republicano, no dudó, sin embargo, en aplaudir a Felipe VI. Distinguió oficialmente en Aragón a los fiscales del juicio del procés, defendió la colaboración público-privada en la gestión de lo servicios públicos y denunció el caudillismo impuesto por Sánchez.

«Fue un socialista honrado, honesto y ejemplar, un trabajador infatigable que antepuso Aragón y los intereses de los aragoneses a cualquier otra cosa», ha dicho de él Jorge Azcón, presidente de Aragón y líder regional del PP.

En febrero de 2021 anunció que padecía cáncer de colon. Pasó dos veces por el quirófano para luchar contra la enfermedad que finalmente le ha vencido a los 67 años de edad.

Sus últimos años, los de su enfermedad, los de su lucha personal contra el cáncer, han sido también los más amargos de su trayectoria política. Sentenciado por Sánchez, Lambán sufrió de lleno el acoso entre sus filas. Le dolieron especialmente las traiciones de dos mujeres a las que en su día había aupado, patrocinado y protegido: la de Susana Sumelzo, primero; y la de Pilar Alegría, después. Ambas se abrazaron a Sánchez y escalaron en la política nacional a costa de torpedear a Lambán. Desde 2023, Sumelzo es secretaria de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo. Y Pilar Alegría es flamante portavoz del Gobierno de Sánchez y ministra de Educación.

A finales de 2024, en el congreso federal del PSOE, utilizado por Pedro Sánchez para atrincherarse al frente del partido y laminar las últimas voces críticas en su cúpula, Pilar Alegría intentó sin éxito que los lambanistas dieran la espalda a Lambán. Ofreció un arreglo que garantizara cuotas de poder y cargos. Lambán se había negado rotundamente. Y los suyos, los que con él acudieron al congreso federal, se opusieron a la traición, pese a saber que nada podían ganar con el rechazo, porque Pilar Alegría tenía expedito el camino hacia la secretaría general del PSOE regional. En marzo consumó la operación.

Javier Lambán, que en su recta final –vital y política– ejerció como senador de designación autonómica, decidió dejar el cargo tres meses antes. Abandonó la Cámara Alta y se retiró, pero no calló. Siguió denunciando en redes sociales la deriva del sanchismo, fue una de las voces que se alzaron para exigir la convocatoria de elecciones generales y para denunciar la insoportable corrupción que enfanga al PSOE, aún a costa de que cada uno de esos mensajes se vieran seguidos de una avalancha de descalificativos contra él y a favor de Sánchez. Ni al cáncer ni a la maquinaria del sanchismo ha logrado sobrevivir Lambán.